La prevalencia de las enfermedades alérgicas ha aumentado en gran medida durante los últimos cuarenta años y, actualmente, estos problemas afectan a un 30% de la población española, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Sin embargo, “la persona no nace alérgica”, como apunta la doctora Aurora Garre, experta médica de Laboratorios Cinfa, “sino que cualquiera podemos llegar a desarrollar una alergia a una sustancia, en función de nuestra exposición a algún alérgeno en cantidades mayores a lo habitual durante un tiempo prolongado o repetidas veces”. “Por ejemplo –continúa-, los ácaros, el pelo y la caspa de los animales, algunos alimentos (la leche de vaca, el huevo, los mariscos, los frutos secos…), fármacos como la penicilina, el contacto con el níquel o el látex y el veneno de insectos como la abeja o la avispa, son algunas sustancias que habitualmente pueden causar alergia”.
En España, la enfermedad alérgica más habitual es la alergia al polen, que afecta a más de ocho millones de personas y está causada principalmente por el polen de las plantas, los árboles y el césped. En concreto, las gramíneas, el olivo, el ciprés, la salsola, el plátano de sombra y la parietaria son las especies que con mayor frecuencia provocan alergia. Y es en las zonas más pobladas, las ciudades, donde más está aumentando su incidencia, debido a la mayor contaminación y a la plantación de especies muy alergénicas en las zonas urbanas.
Respuesta del organismo frente a un agente invasor
Para la mayoría de las personas, plantas como las anteriores resultan inofensivas, pero el organismo de los alérgicos considera su polen un agente invasor. “Para protegerse, libera sustancias como la histamina, que producen síntomas tan clásicos como los estornudos, la secreción nasal acuosa, el picor de nariz y el lagrimeo, pero también enfermedades que pueden llegar a ser graves como el asma alérgica, urticaria o edema de glotis”, añade la Dra. Garre.
Igualmente, los agentes alérgenos también pueden asociarse a dolencias como la dermatitis atópica, una enfermedad inflamatoria de la piel, cuya prevalencia ha experimentado también un aumento progresivo durante las últimas décadas en los países occidentalizados
En el caso de que los síntomas sean muy fuertes o molestos, se debe acudir a un alergólogo que prescribirá tratamientos farmacológicos o vacunas específicas. No obstante, la experta de Cinfa insiste en que la primera medida para controlar los síntomas “es evitar el contacto con el propio alérgeno. Colocar filtros antipolen en los aparatos de aire acondicionado o evitar tender en el exterior cuando llega la primavera son dos ejemplos de sencillos hábitos que ayudarán a las personas alérgicas a aumentar su calidad de vida. La lucha contra la alergia comienza en la prevención”, concluye.
Decálogo de consejos para prevenir la alergia al polen:
- Mejor, dentro de casa. En los días de mayor concentración de polen y, sobre todo, durante los días de fuerte viento, es recomendable que optes por actividades que puedas realizar dentro del hogar.
- Horario prohibido. Los intervalos entre las cinco y las diez de la mañana y las siete y diez de la noche son los que acumulan una mayor concentración de polen. Por esta razón, reduce durante esos tramos horarios las actividades al aire libre y mantén las ventanas de casa cerradas.
- En el coche, también con protección. Durante los desplazamientos en coche, mantén las ventanillas cerradas para evitar que los granos de polen entren en él.
- Los filtros para el aire ayudan. Puedes colocar filtros antipolen en los aparatos de aire acondicionado, tanto en casa como en el coche. No olvides cambiarlos con frecuencia para que no pierdan eficacia.
- Sal “con vista”. Cuando se salga a la calle, es conveniente llevar gafas de sol para que el polen no pueda entrar en contacto con los ojos.
- La ropa, un imán para el polen. Los granos de polen pueden quedarse atrapados en las prendas, por lo que una buena medida es ducharse y cambiarse de ropa al llegar a casa. Así mismo, evita tender la ropa en el exterior, sobre todo al llegar la primavera.
- No remuevas el polen. Es decir, evita aquellas actividades que puedan remover partículas de polen tales como cortar el césped o barrer la terraza. En caso de alergia al polen de gramíneas, tampoco deberías tumbarte sobre el césped.
- Toma precauciones también en tu jardín. En el caso de que disfrutes de un jardín, evita las plantas que polinicen por el aire. Por ejemplo, los setos de plantas arizónicas no son recomendables en el jardín de un alérgico al polen.
- No bajes la guardia durante la noche. Si vas a pasar la noche al aire libre, es mejor que no duermas cerca de fuentes de pólenes alergénicos.
- Consulta a tu farmacéutico. Si tomas medicamentos específicos para las alergias como antihistamínicos, debes hacerlo siempre bajo supervisión médica, de forma regular y en la dosis recomendada por el especialista. Recuerda además que nunca debes mezclar estos medicamentos con alcohol. Si tienes cualquier duda, pregunta a tu farmacéutico.