La ‘gripe estomacal’ “es una inflamación del estómago producia por un virus que alteran la capacidad del intestino para regular la absorción y la secreción de sales y agua
El invierno no sólo es época de catarros o gripes, sino que también la gastroenteritis vírica se convierte en un problema recurrente entre la población. Y es que, esta afección, con los molestos síntomas que conlleva, es una de las enfermedades más comunes entre los españoles de todas las edades, pero especialmente entre los niños pequeños.
Como explica Aurora Garre, experta médico de Laboratorios Cinfa, la que popularmente se denomina como ‘gripe estomacal’ “es una inflamación del estómago que se produce cuando virus como los rotavirus o los norovirus alteran la capacidad del intestino para regular la absorción y la secreción de sales y agua. Esto se traduce para el paciente en diarrea, vómitos, fiebre y dolor abdominal”. Junto a la incomodidad de estos síntomas, “lo más preocupante es que la incapacidad para tolerar alimentos y/o líquidos durante varios días puede conllevar la aparición de una deshidratación, que hasta puede ser grave”.
Desde antes incluso de padecer estos síntomas y hasta unos días después de recuperarse, la persona infectada puede transmitir a otras el virus, que está presente en sus deposiciones y vómitos. En concreto, el norovirus se propaga ingiriendo alimentos o líquidos contaminados, compartiendo alimentos o cubiertos con una persona enferma, o tocando superficies u objetos contaminados y luego llevándose las manos a la boca.
Una patología que desaparece por sí sola
Los síntomas duran normalmente de uno a tres días y luego la afección suele desaparecer por sí sola, durante el periodo en que se sufren todas estas molestias, el organismo es prácticamente incapaz de tolerar ningún alimento. Por esta razón, el tratamiento del paciente debe centrarse, sobre todo, en ingerir líquidos para evitar esa deshidratación y extremar las medidas de higiene para evitar trasmitir el virus en nuestro entorno cercano”, insiste.
10 claves para combatir la gastroenteritis:
- Hidrátate mucho, pero poco a poco. Durante los episodios más agudos de la enfermedad, asegúrate de reponer los líquidos y sales que estás perdiendo bebiendo muchos líquidos (agua con limón, bebidas isotónicas o para deportistas, infusiones, zumos sin pulpa…), pero en pequeñas cantidades y cada 30-60 minutos; beber demasiado de golpe puede provocarte nuevos vómitos. Consulta a tu farmacéutico la posibilidad de tomar soluciones de rehidratación oral.
- Consume sólo ciertos alimentos. Durante la fase en la que aún existan síntomas, como la diarrea, hay que seguir una dieta específica como té o infusión para desayunar o merendar; arroz cocido y pechuga de pollo a la plancha para comer; y sopa de pasta, merluza hervida o jamón cocido para cenar.
- Aliados en tu recuperación. Algunas frutas como el membrillo, la manzana (pelada y rallada) y el níspero son muy recomendables durante la fase de recuperación de la enfermedad, pues gracias a su composición rica en taninos y pectina, poseen propiedades astringentes. Durante la fase aguda no utilices leche, es preferible recurrir a los yogures.
- Lávate las manos a menudo. Para no contagiar a otras personas, lávatelas después de ir al baño o tras cambiar pañales. Hazlo cuidadosamente con agua tibia y jabón o, en su defecto, con alguna solución a base de alcohol, durante al menos quince segundos.
- Manipula y conserva bien los alimentos. Cualquier alimento que se sirve crudo o que se manipula de manera inadecuada puede contaminarse con norovirus. Por eso, lava y enjuaga bien las verduras de hojas verdes, como la lechuga o la espinaca, las frutas frescas y los moluscos vivos.
- Máxima limpieza en la cocina. Realiza una limpieza escrupulosa de los cubiertos, utensilios de cocina y superficies, especialmente tras un episodio de vómitos o diarrea, para mantener a los virus causantes de la gastroenteritis lejos del organismo.
- No tomes antibióticos. En el caso de la gastroenteritis vírica, es decir, causada por virus y no por bacterias, los antibióticos resultan totalmente inútiles. No existe medicación específica para esta afección; en todo caso, puede ser necesario tomar analgésicos o antieméticos para tratar posibles síntomas como los vómitos o la fiebre.
- Los antidiarreicos no ayudan. Este tipo de medicamentos no se deben suministrar, tampoco a los niños, sin hablar primero con el médico, ya que pueden hacer que la infección dure más tiempo. A las personas que toman diuréticos y desarrollan diarrea, el médico les puede recomendar suspender el consumo de estos medicamentos durante un episodio agudo.
- La deshidratación, bajo control. Es la principal complicación de la gastroenteritis, por lo que es importante reconocer sus síntomas -piel seca y arrugada; irritabilidad o confusión; mareos o aturdimiento; latidos cardíacos y respiración rápidos, entre otros- y acudir al médico ante ellos. Además, el riesgo de deshidratación es mayor en los bebés y niños pequeños, por lo que los padres deben supervisar el número de pañales mojados cambiados al día cuando su hijo está enfermo.
- Consulta a tu médico si el proceso no remite. Los síntomas asociados a la gastroenteritis suelen desaparecer por sí solos al cabo de entre uno y tres días, aunque pueden llegar a durar hasta quince. Si pasado ese tiempo sigues presentando molestias, acude a tu especialista de cabecera. Consúltale también antes de dejar de tomar cualquier medicamento prescrito anteriormente a caer enfermo.