El nombre deriva de la palabra griega “melas”, que significa negro u oscuro, ya que consiste en la aparición de manchas marrones y grises en la cara, que dan un aspecto de suciedad. A la mayoría de las personas afectadas les aparece sobre las mejillas, el puente de la nariz, la frente, el mentón, y justo encima de la boca, en el labio superior. Pero también pueden aparecer manchas en otras partes del cuerpo que estén expuestas al sol, como el cuello o los hombros.
El melasma aparece en las mujeres con mucha más frecuencia que en los hombres. De hecho, alrededor del 90% de los pacientes con melasma son mujeres, aunque en los últimos años esta diferencia ha disminuido debido a un aumento del porcentaje de hombres afectados.
Es también más frecuente que aparezcan alteraciones de melasma en personas con piel morena u oscura, como las razas hispanas, norteafricanas, afroamericanos, indios, árabes, y los habitantes de la Europa mediterránea. Además, se sabe que el tener un familiar afectado de melasma aumenta las probabilidades de padecerlo, especialmente en los hombres, lo que sugiere que hay una base genética que predispone al melasma.
Aunque no es una enfermedad cutánea que ponga en peligro la vida de las personas que la padecen, sí que supone una alteración estética desagradable para muchas personas. En algunos casos puede afectar a la autoestima y provocar rechazo a mostrar las zonas de la piel afectada. En muchas ocasiones se resuelve con el tiempo por sí solo mientras que, en otras, es necesario recibir tratamientos sencillos que eliminan las manchas en la piel con muy buenos resultados.
El único síntoma del melasma es un cambio en el color de la piel; sin embargo, esto puede provocar sufrimiento respecto a la apariencia.
Los cambios en el color de la piel casi siempre son un color café uniforme. Por lo general aparecen en las mejillas, en la frente, en la nariz y en el labio superior. Los parches oscuros generalmente son simétricos (parejos en ambos lados de la cara).
Se dispone de dos opciones para los afectados de melasma: la eliminación de la piel con color cambiado o la regulación del pigmento.
La eliminación se efectúa por láserterapia, luz pulsada intensa o exfoliación química. Son procedimientos costosos e invasivos y pueden desencadenar realmente una hiperpigmentación postinflamatoria, especialmente en personas con tonos cutáneos más oscuros. Entre los efectos secundarios potenciales destacan inflamación, irritación y sensación de ardor.
Más precisa que las exfoliaciones químicas, la láserterapia se basa en luces de alta energía para afrontar las zonas afectadas. Elimina las células cutáneas hiperpigmentadas a nivel superficial (epidermis) o más profundo (dermis) en función de la gravedad de los síntomas.
En las exfoliaciones químicas, el dermatólogo aplica una solución ácida (ácido glicólico (AHA)) para tratar las capas cutáneas afectadas. La piel tiende a formar ampollas y luego se exfolia, revelando por debajo piel sin manchas.
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