¿Que es el asma?
El asma es una enfermedad crónica que se caracteriza por ataques recurrentes de disnea y sibilancias, que varían en severidad y frecuencia de una persona a otra. Los síntomas pueden sobrevenir varias veces al día o a la semana, y en algunas personas se agravan durante la actividad física o por la noche.
¿En qué consiste un ataque de asma?
Durante un ataque de asma, el revestimiento de los bronquios se inflama, lo que provoca un estrechamiento de las vías respiratorias y una disminución del flujo de aire que entra y sale de los pulmones. Los síntomas recurrentes causan con frecuencia insomnio, fatiga diurna, una disminución de la actividad y absentismo escolar y laboral. La tasa de letalidad del asma es relativamente baja en comparación con otras enfermedades crónicas; no obstante, en 2005 fallecieron 255.000 personas por esa causa.
¿Qué provoca los ataques de asma?
Algunas causas y desencadenantes son comunes a todas las personas que sufren la enfermedad, pero hay también diferencias individuales. Aunque las causas últimas del asma no se conocen del todo, los factores de riesgo más importantes son productos inhalados, entre los que cabe citar los siguientes:
Pólenes: Aunque la polinización se produce durante la primavera, existen variaciones según los climas y tipos de plantas. Los síntomas de la alergia al polen suelen detectarse con concentraciones superiores a 50 granos de polen por metro cúbico de aire. El pequeño tamaño del polen favorece que quede suspendido en el aire durante largo tiempo y recorra grandes distancias hasta penetrar en los conductos respiratorios.
Ácaros del polvo: Son parásitos microscópicos que viven en el polvo de las casas y se alimentan de escamas dérmicas y otros residuos. Necesitan unas condiciones precisas para desarrollarse: 25º C de temperatura y 85 por ciento de humedad.
Alimentos: Los episodios de asma relacionados con alimentos son frecuentes durante la infancia y van acompañados de otros síntomas como urticaria y vómitos, por lo que tienden a confundirse con intoxicaciones alimentarias. Los productos que mayores reacciones provocan son la leche, los huevos y el pescado. En la edad adulta este tipo de asma es menos frecuente.
Hongos: Algunos hongos producen alergenos que se depositan en sus esporas, y la liberación de éstas depende de la humedad, la temperatura y la existencia de materia orgánica en su entorno, como basuras o cortinas de baño. Las épocas más favorables para su desarrollo son la primavera y el otoño, y entre los más comunes destacan la alternaria, el cladosporium, el penicillium, el aspergillus y el mucor.
Otros factores desencadenantes pueden ser el aire frío, una emoción extrema, de enfado o miedo, y el ejercicio físico. En algunas personas el asma puede sobrevenir en respuesta a algunos medicamentos, como la aspirina y otros antiinflamatorios no esteroideos, o los betabloqueantes (empleados contra la hipertensión, algunos problemas cardiacos o la migraña).
Sintomas
Durante las crisis asmáticas la mucosa bronquial que recubre los conductos respiratorios se inflama y se produce un moco espeso que obstruye los conductos de las vías aéreas, lo que provoca que los músculos que rodean estos conductos se contraen y estrechan disminuyendo su diámetro, impiden el paso del aire y complican la respiración. Las características básicas de la enfermedad son las siguientes:
Infamacción:
Aumenta la sensibilidad bronquial y la obstrucción. En ocasiones su origen es alérgico. Produce un incremento de las secreciones y la contracción de la musculatura bronquial.
Aumento de la sensibilidad bronquial: por la exposición a diversos estímulos (humos, gases, olores, aire frío o ejercicio), los bronquios de los asmáticos se contraen produciendo el estrechamiento de la vía aérea.
Obstrucción bronquial:
Es variable y reversible de manera espontánea o con tratamiento. Durante las crisis el aire circula con dificultad produciendo pitidos y sensación de fatiga o ahogo. En el momento en el que la crisis se resuelve el aire puede moverse normalmente por los bronquios y desaparecen los síntomas.
Prevención consejos:
Cuando la causa del asma es extrínseca como por ejemplo una alergia, es recomendable evitar la exposición a los agentes que la originan. Los principales en España son el polen (las gramíneas, el olivo, las cupresáceas, las arizónicas, el plátano de sombra y la parietaria), los hongos ambientales, los ácaros de polvo y los epitelios de algunos animales (perros, gatos, caballos y roedores comúnmente). Los síntomas más frecuentes de la alergia al polen son picor en los ojos, estornudos y goteo nasal. En el caso de que una persona no esté diagnosticada pero presente alguno de estos síntomas, debe acudir al alergólogo.
Otra precaución que deben tener en consideración los alérgicos es evitar realizar ejercicios intensos en época de polinización, ya que esto puede generar dificultades respiratorias que deriven en un ataque de asma.
Los enfermos de rinitis deben tener especial cuidado ya que esta enfermedad con frecuencia precede al asma. Es recomendable que el paciente se observe para detectar cualquier indicio de principio asmático.
Por sus limitaciones a la hora de detectar y explicar los síntomas que presentan, los niños son un colectivo vulnerable (cabe recordar que el asma afecta a un 10 por ciento de la población infantil y adolescente). Los padres deben controlar a los niños en especial cuando atraviesen un proceso viral o si padecen obesidad, poniendo especial cuidado a la aparición de pitidos, fatiga y otros signos de obstrucción bronquial.
Los asmáticos ya diagnosticados deben hacer un seguimiento estricto del tratamiento, incluso cuando experimenten fases de mejoría. Según los datos facilitados por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica en el Día Mundial del Asma solamente un 30 por ciento de los pacientes realizan una adherencia correcta al tratamiento, lo que dificulta el control de la enfermedad y de las crisis.
Las personas con asma deben abstenerse completamente de fumar, puesto que el humo del tabaco es un irritante que produce inflamación de los bronquios.
En los casos en los que el asma esté generado por la exposición de harinas, maderas u otros productos presentes en el entorno de trabajo (asma ocupacional), es necesario evitar el contacto mediante un sistema de ventilación adecuado y el uso de mascarillas de protección. Si el cuadro es severo, es recomendable cambiar de trabajo.
Siempre es conveniente que la persona asmática permanezca alerta ante cualquier indicio de agravamiento de los síntomas. Es importante que el especialista facilite al paciente un plan de tratamiento por escrito con las instrucciones precisas sobre la administración de los medicamentos que necesita. Estas instrucciones pueden modificarse en función de la gravedad de los síntomas, por lo que es aconsejable que el enfermo sea capaz de percibir cualquier cambio en el cuadro clínico, por ejemplo, mayor necesidad de recurrir a un broncodilatador, malestar inusual por las noches, pitidos al hacer ejercicio, etcétera.
Tipos
Existen diferentes clasificaciones del asma. En cuanto a su origen se puede dividir en asma intrínseca y asma extrínseca o alérgica. El origen del asma intrínseca es desconocido y se detecta con mayor frecuencia en la edad adulta. Tiene un peor pronóstico que el de carácter alérgico y tiende a cronificarse. El asma extrínseca, por su parte, consiste en una reacción antígeno-anticuerpo que desencadena el proceso. Afecta principalmente a niños y adultos jóvenes, se caracteriza por ataques reversibles y breves de broncoespasmos con silbidos y dificultad respiratoria, y se controla con un tratamiento adecuado.
La alergia es una alteración del mecanismo de defensa del organismo que consiste en una reacción exagerada, por medio de un anticuerpo especial (inmunoglobulina E), contra sustancias que, en principio, no son nocivas (pólenes, ácaros, epitelios, alimentos o medicamentos). Cuando estos anticuerpos, que se encuentran fijados en determinadas células, se unen a los alergenos, se produce la liberación de ciertas sustancias que, directamente o a través de otras células, provocan la inflamación del órgano donde se asientan (bronquios, nariz, ojos o piel). Existe una predisposición heredada para padecer alergia, pero la exposición a los alergenos es necesaria para desarrollar la enfermedad.
El asma también se puede clasificar como leve, moderada o grave, según la frecuencia e intensidad de los síntomas, la manera en la que repercute en la actividad cotidiana y el grado de obstrucción bronquial. El asma leve se puede controlar mediante tratamiento farmacológico y no suele alterar la vida cotidiana de los enfermos; el asma moderada requiere tratamientos más severos e interfiere con las actividades diarias de los pacientes; y el asma grave exige un control continuo y puede poner en peligro la vida de las personas que la sufren.
Diagnóstico
En primer lugar hay que hacer el diagnóstico clínico, basado en la historia clínica donde se ponen de manifiesto los síntomas descritos con anterioridad. Además hay que indagar en las características de las crisis, forma de presentación, intervalo entre las crisis, desencadentes, periodo estacional, evolución de la enfermedad y una anamnesis pedíatrica general al objeto de poder hacer un diagnóstico diferencial de otras patologías respiratorias que pueden cursar con los mismos síntomas que el asma. Con el fin de poder objetivar la obstrucción al flujo aéreo, se hace el diagnóstico funcional, que consiste en una prueba de función respiratoria (espirometría). Tiene el inconveniente que requiere la colaboración del niño y por tanto se realiza en niños por encima de los 6 años.
En todo niño en el que se sospeche un asma bronquial hay que realizar la espirometría basal y con broncodilatador (dar al niño a inhalar un fármaco) con el fin de demostrar que la obstrucción de la vía aérea es reversible (característica del asma). Por último, un diagnóstico etiológico, dirigido a buscar la causa que desencadena los síntomas; el identificar la causa es el paso más importante para poder controlar la enfermedad.
Tratamiento
El tratamiento del asma debe cubrir varios frentes:inflamación de la mucosa bronquial, broncoespasmo y alergias:
1. Inflamación de la mucosa bronquial:
En los últimos años se ha demostrado que el tratamiento de la inflamación es la parte más importante del tratamiento del asma. Hasta ahora se ponía demasiado énfasis en la broncodilatación, pero si no se trata la inflamación, los efectos de los broncodilatadores son efímeros. Existen diversos medicamentos que tienen efecto antiinflamatorio en la mucosa bronquial, pero los más potentes y eficaces son los corticoides (cortisona) inhalados. Por vía inhalatoria las dosis de corticoides empleadas son muy bajas y producen un efecto tópico sin los efectos secundarios de la administración por vía oral, endovenosa o intramuscular. Los corticoides inhalados han pasado a ser el medicamento más importante en el tratamiento del asma. Comienzan a prescribirse en pacientes con asma persistente, es decir, aquellos en los que se producen síntomas varios días a la semana, y en aquellos en los que se producen síntomas nocturnos. Para los que los síntomas ocurren de forma esporádica, por ejemplo una o dos veces cada 15 días, no es necesario comenzar con corticoides y puede bastar con broncodilatadores.
2. Broncoespasmo:
Los corticoides inhalados no actúan de forma inmediata, aunque cuando hacen efecto tras unos días de tratamiento, el broncoespasmo remite. Pero para el tratamiento inmediato del mismo se utilizan broncodilatadores que normalmente se administran por vía inhalatoria. Existen dos tipos fundamentales según la duración de su acción: los broncodilatadores de acción prolongada se toman por la mañana y por la noche todos los días, se tengan o no síntomas, mientras que los de acción corta se suelen reservar para tomar en caso de necesidad (sensación de ahogo, tos, etc). El objetivo primordial es que los pacientes recurran a los broncodilatadores de acción corta en muy contadas ocasiones. Si no es así, es necesario potenciar el tratamiento antiinflamatorio. Obviamente, hay pacientes con asma severo que, a pesar de recibir tratamiento antiinflamatorio máximo, requieren broncodilatadores con frecuencia.
3. Alergias:
En pacientes en los que se demuestra un componente alérgico, el tratamiento con antihistamínicos puede ser beneficioso. Por otro lado, con ciertas alergias existen tratamientos inmunológicos eficaces (vacunas) que pueden ayudar notablemente en el control del asma. No obstante, lo más eficaz en el tratamiento de las alergias es evitar o reducir en lo posible la exposición a alergenos. Por ejemplo, en el caso de la alergia a los ácaros del polvo, con medidas higiénicas de la casa sencillas se puede disminuir considerablemente la presencia de los mismos.
Enfermedades asociadas con el asma:
El reflujo gastroesofágico y la sinusitis crónica pueden agravar o causar asma, por lo que es importante descartarlos en casos de asma que no responden al tratamiento usual.