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Un estudio demuestra que la apnea del sueño envejece

(Foto: FAPESP/DICYT).
María Gonzalez | Martes 29 de agosto de 2023
Tal y como han informado las agencias FAPESP/DICYT, investigadores observaron en un estudio realizado con 46 voluntarios que en los portadores no tratados de este trastorno se registra una aceleración del proceso de acortamiento de los telómeros, que son biomarcadores del envejecimiento celular.

Las personas que padecen apnea obstructiva del sueño experimentan repetidas pausas respiratorias en el transcurso de la noche que pueden durar algunos segundos o incluso minutos, seguidas por despertares que perjudican la calidad del descanso. De no tratárselo, con el paso de los años, este trastorno puede provocar problemas de salud tales como la elevación del riesgo cardiovascular, hipertensión, insuficiencia cardíaca, diabetes y compromiso de la memoria y la concentración.

Una investigación realizada en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en Brasil, reveló que la apnea también promueve un achicamiento de los telómeros, las estructuras presentes en los extremos de los cromosomas cuyo papel consiste en mantener la integridad del material genético existente en el núcleo celular. Los telómeros se van acortando naturalmente a medida que las células se dividen para regenerar los tejidos y los órganos del cuerpo. Y cuando se vuelven demasiado pequeños, las células envejecidas dejan de multiplicarse. Por ende, debido a que acelera este proceso de acortamiento de los telómeros, la apnea induce el envejecimiento temprano de las células.

La buena noticia de los estudios realizados en la Unifesp reside en que este problema puede mitigarse mediante el uso de la CPAP (las siglas en inglés de presión positiva continua de las vías aéreas), con un aparato acoplado a una mascarilla que arroja aire en la nariz durante el dormir y regulariza la respiración. Los resultados más recientes se publicaron en la revista Sleep.

Con el apoyo de la FAPESP, los investigadores efectuaron un seguimiento durante el transcurso de seis meses de 46 pacientes varones en la franja etaria situada entre los 50 y los 60 años con apnea del sueño moderada o grave. Los voluntarios quedaron divididos en dos grupos y se los trató con el aparato de CPAP o con un aparato similar, pero con chorros de aire que no hacen posible el efecto terapéutico y que hacen las veces de placebo.

En las visitas mensuales, los científicos chequearon la adhesión de los pacientes al uso del aparato, una terapia considerada compleja y molesta, y les extrajeron sangre para medir la longitud de los telómeros: este análisis se concretó en tres oportunidades, al comienzo del experimento, al cabo de tres meses y al final de la intervención. Asimismo, se analizaron en la sangre marcadores inflamatorios y de estrés oxidativo.

“El acortamiento de los telómeros resulta inevitable porque está relacionado con la inflamación y con el estrés oxidativo del envejecimiento, pero descubrimos que las personas con apnea exhiben una aceleración de este proceso”, explica Priscila Farias Tempaku, quien investiga en el área de medicina y biología del sueño del Departamento de Psicobiología de la Unifesp y es la autora del estudio. “Hemos observado también que tanto a los tres como a los seis meses el uso del CPAP atenuaba esta aceleración.”

Los investigadores examinaron también los mecanismos moleculares implicados en la asociación existente entre la apnea y los telómeros. Uno de estos mediadores, el marcador inflamatorio TNF-α, muestra que la vía molecular implicada es probablemente la inflamación. “En los pacientes que usaron el dispositivo de placebo, esta molécula apareció como un factor influyente en la longitud de los telómeros. En tanto, entre aquellos que usaban el aparato de CPAP no aparecía esta asociación, lo que demuestra que además de su importancia ya conocida en la disminución del riesgo cardiovascular y metabólico, este aparato también disminuye la inflamación y atenúa por consiguiente el acortamiento de los telómeros”, explica Farias Tempaku.

“Estos resultados dejan claro el papel del dormir como factor protector en lo concerniente al envejecimiento o de riesgo para quienes exhiben alguna alteración”, sostiene Sergio Tufik, director del Instituto del Sueño de la Unifesp y coordinador del estudio. “Esto constituye es un excelente incentivo, ya que las personas en su mayoría se resisten a usar el aparato de CPAP.”

Estudio epidemiológico

Pionero en la investigación sobre el sueño en Brasil y en el mundo, Tufik es el creador del proyecto Estudio Epidemiológico del Sueño (Episono), realizado cada década desde el año 1986 para trazar un panorama completo del sueño de los habitantes de la ciudad de São Paulo desde la perspectiva de la salud pública. Aparte de determinar la prevalencia de problemas tales como el roncar, el sonambulismo y el insomnio, estos trabajos han redundado en la publicación de más de 70 artículos en revistas científicas.

La edición de 2015 del Episono, que evaluó el tamaño del efecto del acortamiento de los telómeros durante un lapso de diez años, demostró que padecer apnea grave equivale a envejecer diez años. Esta información, sumada a los descubrimientos del trabajo actual, señalan el próximo camino de los investigadores: hacer recaer aún más la atención sobre la relación entre el sueño y el envejecimiento. “Dormir mal envejece: esto está asociado a la mortalidad tanto como otras enfermedades, y un 30 % de las personas padecen apnea”, afirma Tufik. “Pero la población está desamparada, ya que ni el sistema público ni los seguros médicos ofrecen CPAP. Esto tiene que cambiar”, advierte el investigador.

La prevalencia de la apnea ha venido aumentando en simultáneo con el avance de la obesidad, toda vez que ambas enfermedades aparecen frecuentemente asociadas. Datos de la Sociedad Brasileña de Cirugía Bariátrica y Metabólica apuntan que el 70 % de los obesos padecen trastornos del sueño, índice que llega al 80 % en casos de obesidad mórbida.

Los principales síntomas de la apnea obstructiva del sueño son el roncar, la fatiga diurna y la disminución de la capacidad de concentración, factores que comprometen la calidad de vida y pueden ser incapacitantes. Su diagnóstico requiere la aplicación de un estudio conocido con el nombre de polisomnografía y su tratamiento, sumado al uso del CPAP, suele comprender modificaciones en el estilo de vida que incluyen perder peso y disminuir el consumo de bebidas alcohólicas por las noches y de medicación para dormir.

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