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Un análisis de sangre para prever el riesgo de padecer apnea obstructiva del sueño

(Foto: Imagen de archivo).
María Gonzalez | Lunes 08 de julio de 2024
Un estudio a cargo de científicos brasileños destacado por FAPESP revela que las concentraciones sanguíneas de un aminoácido denominado homocisteína se correlacionan con el surgimiento o el agravamiento de esta enfermedad.

La determinación de los niveles sanguíneos de un aminoácido llamado homocisteína puede ayudar a prever el riesgo de que una persona desarrolle apnea obstructiva del sueño, una afección caracterizada por las interrupciones recurrentes de la respiración causadas por la relajación de la musculatura de la garganta cuando se duerme. Este sencillo análisis de sangre puede también ayudarle al médico a predecir el riesgo de agravamiento de este trastorno en pacientes acometidos por su forma leve o moderada.

Esta es la conclusión que surge de un estudio realizado en Brasil por investigadores del Instituto del Sueño y de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), con el apoyo de la FAPESP. Los datos se publicaron en el European Archives of Oto-Rhino-Laryngology.

“Aún no sabemos si es la apnea lo que causa la elevación de la homocisteína en la sangre o si es el nivel incrementado de este aminoácido lo que agrava la apnea. Nuestra hipótesis indica que es una correlación bidireccional”, explica Monica Levy Andersen, docente de la Unifesp y coordinadora de la investigación. “Sería interesante que más médicos, de todas las especialidades, solicitasen este análisis en los chequeos de los pacientes de más de 40 años. Se trata de algo sencillo y que no resulta oneroso para el SUS [el Sistema Único de Salud, la red nacional de salud pública brasileña]. Y los resultados de mínima podrían suministrar más información al respecto de esta correlación”, sostiene la autora.

La homocisteína ya viene erigiéndose como una preocupación de los cardiólogos desde hace un buen tiempo, ya que existen fuertes evidencias de que los niveles elevados de esta sustancia −superiores a 15 micromoles por litro de sangre (µmol/l)– pueden provocar alteraciones en las paredes de los vasos sanguíneos y favorecer el surgimiento de la enfermedad coronaria, trombosis, infartos e incluso accidentes vasculares encefálicos (AVE), conocidos también como accidentes cerebrovasculares (ACV).

“El déficit de vitaminas del complejo B –particularmente B6, B9 y B12– predispone a un cuadro de hiperhomocisteinemia. La ingesta de alimentos que contienen estos nutrientes −o incluso la suplementación− puede constituir una estrategia tendiente a modular los niveles de este aminoácido en la sangre”, informa Vanessa Cavalcante-Silva, posdoctoranda en la Unifesp y autora principal del artículo.

La epidemiología del sueño

Bajo la coordinación del profesor de la Unifesp Sergio Tufik, se lleva adelante desde hace más de 15 años el Estudio Epidemiológico del Sueño (Episono), cuyo objetivo consiste en evaluar la calidad del sueño y la influencia de los trastornos del sueño sobre la salud de una muestra representativa de la población de la ciudad de São Paulo. Datos del Episono 2007, dados a conocer por el grupo en el marco de otro trabajo, indican que el 42 % de los habitantes del municipio de São Paulo roncan tres veces por semana o más, y casi el 33 % padecen apnea del sueño.

Aparte de las peleas familiares instigadas por el ruido en la hora de dormir y de problemas de concentración y memoria asociados al déficit de sueño, la apnea acelera el envejecimiento celular e incrementa el riesgo de padecer otras diversas enfermedades, tales como hipertensión, diabetes e insuficiencia cardíaca (lea más en: agencia.fapesp.br/42196).

Para investigar la correlación entre este trastorno y los niveles sanguíneos de homocisteína, el equipo coordinado por Levy Andersen seleccionó una muestra de voluntarios del Episono sometidos a la evaluación del llamado índice de apnea e hipopnea (IAH). Este indicador, medido mediante el estudio de polisomnografía, representa la cantidad de eventos respiratorios (obstrucción parcial o total de la respiración) registrados por hora y constituye uno de los parámetros que se emplean para estratificar la gravedad de la enfermedad. “Se considera normal la existencia de hasta cinco eventos por hora. De cinco a 15 es apnea leve; de 15 a 30 es moderada, y arriba de 30, apnea grave”, comenta Cavalcante-Silva.

De entrada, el equipo analizó el IAH de 854 voluntarios que participaron en el Episono en 2007. De ellos, el 54,4 % no padecía apnea, el 24,4 % tenía un cuadro leve, un 12,4 % moderado y un 8,8 % grave. Estos participantes también quedaron clasificados de acuerdo con los niveles de homocisteína en la sangre, y se consideró normal un valor de hasta 10 µmoles/l, moderado de 10 a 15 µmoles/l y alto arriba de 15 µmoles/l.

“Al cruzar los datos, observamos que los voluntarios con un valor alto de homocisteína también presentaban un IAH más elevado. Aquellos que exhibían 15 µmoles/l tenían un aumento promedio del IAH de 7,43 cuando se los comparó con los que tenían niveles por debajo de 10 µmoles/l”, comenta la posdoctoranda. La influencia de factores tales como el peso, el sexo biológico y la edad se corrigieron mediante métodos estadísticos.

En una segunda etapa, se analizaron datos de una revaluación realizada en 2015 con los mismos voluntarios. Como una parte del grupo no pudo participar en esta nueva etapa del Episono, la muestra de esta segunda fase comprendió a 561 personas. El índice de los que no presentaban apnea había disminuido al 29,8 %. El de participantes con un cuadro leve se elevó al 31,2 %, el de cuadro moderado al 19,4 % y otro 19,6 % quedó caracterizado con el diagnóstico de apnea grave.

“En este caso, el objetivo consistió en descubrir si la homocisteína constituiría un factor de riesgo para el desarrollo de la apnea. Para ello excluimos a los participantes que ya padecían la enfermedad en 2007 y analizamos los datos de los que en ese entonces exhibían un sueño normal. En este subgrupo observamos que el aumento unitario (1 µmol/l) en las concentraciones de homocisteína en 2007 representó un agregado de un 0,98 % en el riesgo de diagnóstico de apnea en 2015”, comenta Cavalcante-Silva.

“Es un riesgo bajo, pero existe. El hecho es que mostramos un factor nuevo, fácil de medirse y con aplicabilidad clínica y práctica”, comenta Levy Andersen. “Sería ahora interesante realizar un estudio con otro formato, en el cual los participantes sean evaluados anualmente, a los efectos de obtener datos más abarcadores.”

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