Rafa Bernaldo de Quirós | Jueves 11 de septiembre de 2014
Hay muchos tipos diferentes de bebidas que se pueden consumir en el mercado. El consumo de cerveza es el más común, ya que forma parte de nuestra rutina diaria junto con los pinchos o tapas.
Forman parte de nuestra cultura, aunque el vino está ganando adeptos a la hora de elegir la bebida más adecuada para compartir una noche con los amigos o una cena romántica con la pareja.
Aunque el alcohol que se ingiere a veces no nos llegue a emborrachar, aunque se piense lo contrario, no solo depende de la cantidad, si no de cómo nuestro organismo asimile el alcohol ingerido. Tenemos que tener en cuenta sobre todo el tipo de bebida, ya que algunas son más alcohólicas que otras.
Los chupitos, por ejemplo, aunque el contenido del vaso es mucho menor que el de una copa, la alta cantidad de contenido de alcohol puro así como el hecho de ingerirlo de un solo trago, hace que sea una de las bebidas más potentes y que más afecte a nuestro organismo.
Los licores contienen también un alto grado de graduación alcohólica. Entre ellos se encuentran el aguardiente y los licores caseros. Estos, no siguen los controles de los licores que podemos encontrar en el supermercado y en consecuencia el grado alcohólico no está identificado como sucede con todos los demás. Para saber diferenciar los licores caseros de aquellos que no lo son tenemos que fijarnos en la botella. Normalmente, los caseros son envasados en botellas sin etiqueta o que pertenecen a otro tipo de bebida. Las botellas para licor tienen que estar etiquetadas y tienen que estar fabricadas con los mejores materiales para conservar este preciado líquido.
La botella es tan importante como el contenido, nos indica la importancia que la empresa ha dado a la realización del contenido e cuanto más del continente y es algo que tenemos que tener siempre muy en cuenta.
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