Enfermería

Elsa Bernaldo de Quirós | Miércoles 29 de octubre de 2014
Con motivo de la rueda de prensa ofrecida el día 22 de Octubre de 2014, en la que el único compareciente fue el "equipo médico" que ha atendido a Teresa Romero, un grupo de profesionales de la salud conscientes de que en la foto aparecida acompañando el texto faltaban el resto de actores de la noticia, queremos mostrar nuestro desacuerdo con el modo en el que los medios informativos han transmitido la noticia de la curación de Teresa, obviando el trabajo realizado por el resto de profesionales sanitarios (el denominado equipo sanitario) que, en realidad, han copado más del 90% de las actuaciones y entradas a la habitación de aislamiento de nuestra compañera. Este equipo no esta solo formado por médicos sino que en él se engloban enfermer@s, TCAE, celadores, limpiadoras y resto de profesionales sanitarios que han participado en el cuidado y seguirán participando en el cuidado.

Para:
Directores de medios de comunicacion
Responsables Políticos de Organizaciones Sanitarias
Responsables Politicos
La realidad de la atención sanitaria la componen, además de los médicos, un nutrido grupo de profesionales, todos igual o más importantes que estos. En este grupo se encuentran las enfermeras, las auxiliares de enfermería, los celadores, y más integrantes del equipo sanitario.

Somos conscientes que es mucho más fácil señalar al equipo médico pero en el caso particular de Teresa Romero, dadas las circunstancias en las que contrajo la enfermedad que amenazó su vida y las particularidades de la atención a los pacientes aislados por Virus Ébola (EVE), el 95% de las intervenciones en la habitación las realiza personal de enfermería. Porque para que una persona supere una enfermedad, además de diagnóstico y tratamiento farmacológico necesita cuidados (técnicas y procedimientos específicos de enfermería), apoyo psicológico, pruebas complementarias, alimentación, limpieza, etc. Esto no es una excepción de esta epidemia, sino que es la realidad de cualquier situación de aislamiento.

Por eso no nos parece de recibo que sólo comparezca en el momento de dar la noticia de la superación de la enfermedad la parte del equipo que solo asumió un 5% del riesgo. Y aunque no es la primera vez que se nos obvia, sí es la que más trascendencia tiene.

Las enfermeras de este país sentimos una profunda (y continua) falta de reconocimiento social, político y profesional. Nos sorprende que en este caso en particular su periódico no se haga eco de esta realidad y nos indigna que, en general, a la hora de hablar de atención sanitaria se contemple como un entramado al servicio de una única profesión. Es indignante que pase inadvertida la alta especificidad, cualificación y capacitación técnica de la enfermería española, más aún teniendo en cuenta la alta consideración que si tienen esta profesión fuera de nuestras fronteras. Aún ahora en muchas noticias de los medios de comunicación se refieren a las enfermeras como “ATS” siglas que encierran ese significado de ayuda, servilismo y falta de identidad propia que hemos superado hace ya más de 30 años, cuando los estudios básicos de nuestra profesión pasaron a ser impartidos en la universidad… pero eso es otra historia.

Sirva la presente como muestra de nuestro más sincero reconocimiento a todo el personal implicado en el cuidado de todos pacientes y usuarios de la sanidad y no sólo de Teresa Romero.



FDO. Una enfermera cualquiera.
Atentamente,
[Tu nombre]



Sin médicos, enfermeras/os, auxiliares, farmacéuticos, gestores, economistas, biólogos, químicos y matemáticos, por citar únicamente los más necesarios, ningún sistema puede funcionar bien. También son fundamentales los políticos para que ayuden y liberen los palos en las ruedas que se pueden poner los unos a los otros.

Ahora en España está candente un serio encontronazo entre médicos y farmacéuticos. Estos quieren ser una pieza clave en la nueva sanidad del siglo XXI y hablan del trascendental papel que podría jugar el concepto de atención farmacéutica que quieren implantar de forma general. Por el contrario, la OMC, la representación máxima de la profesión médica, acaba de mandar al ministerio un informe que supone un mazazo para el modelo actual de farmacia español, en el que entre otras muchas cosas pide que el farmacéutico no interfiera en ningún momento en la pauta terapéutica elaborada por el médico y que se liberalice el modelo de forma similar al que tienen algunos países de la UE. La guerra entre estas dos profesiones, larvada en los últimos lustros, parece que está servida con este documento.

Por otra parte, hay otro sector crucial en sanidad, la enfermería, que cree estar muy infravalorada. Opinan, no les falta razón, que por una causa u otra su papel es invisible casi. Se quejan, por ejemplo, de que no han salido en la foto del equipo que ha atendido a la auxiliar madrileña que ha superado el ébola. También tienen razón. Sin ellas/os, los resultados clínicos hubieran sido otros, peores, por supuesto.

No hay en las instituciones armonía que module la relación entre médicos, enfermeras, boticarios... Pero tiene que haberla. La sanidad que necesita el ciudadano requiere, en los tiempos que vivimos, más sinergias sin roces en todos los niveles profesionales. Los farmacéuticos pueden hacer, si quieren y alguien paga por ello, algo más que ser vendedores de pastillas en sus oficinas de farmacia. La enfermería está probablemente menos utilizada que lo que podría dar de sí mejor organizada. Los médicos no deben tener miedo a que exista competencia que les quite poder. El único poder es el del conocimiento. Y aún así hay que ejercerlo siempre con humildad y generosidad, dando más juego. Estamos en 2014 y la única forma de que la sanidad sea efectiva y, además, eficiente es compartiendo con sentido común responsabilidades.