Bebé

Carencias de vitamina E pueden tener efectos a muy largo plazo

Primera infancia

Elsa Bernaldo de Quirós | Lunes 08 de diciembre de 2014
Una reciente revisión científica concluye que los 1.000 primeros días desde la concepción es el periodo crítico para tener uno correcto aporte nutricional de vitamina E. Su carencia se relaciona con problemas cerebrales en la infancia y demencias y Alzheimer en la senectud.

Las investigaciones científicas relacionadas con las necesidades y efectos de la carencia de vitamina E son numerosas. Según un nuevo estudio realizado por la Universidad de Oregon (EE.UU.) afirma que alcanzar las recomendaciones dietéticas de este micronutrientes es imprescindible en las edades tempranas como la primera infancia, siendo importante también en otras etapas del ciclo vital como la adolescencia, la senectud y en las mujeres que pretenden quedarse embarazadas. En EE.UU., país al que pertenece esta universidad, las encuestas nacionales ponen de manifiesto que el 90% de los hombres y el 96% de las mujeres no consumen la cantidad recomendada de vitamina E, que según las autoridades sanitarias del país, está en 15 miligramos por día para los adultos.

Este nutriente es uno de los más difíciles de obtener a partir de la dieta lo que hace que sea muy baja la prevalencia de personas que alcanzan los requerimientos propuestos por las autoridades sanitarias para su edad. Las consciencias a largo plazo de padecer una insuficiencia de vitamina E se relacionan principalmente con un mal funcionamiento del sistema nervioso pero, en el caso de los recién nacidos y niños en primera infancia, es muy relevante ya que puede llevar asociado un mal desarrollo cerebral. También se asocia con un sistema inmune más débil que puede no proteger contra patógenos potenciando infecciones que pueden resultar infecciosas en las etapas críticas de la vida arriba mencionadas.

La vitamina E es un antioxidante que protege los tejidos de la acción de los radicales libres y de los patógenos y, además, es indispensable para que el cuerpo pueda utilizar otra vitamina necesaria, la vitamina K.

Sus fuentes alimentarias son muy concretas:
  • El germen de trigo
  • Aceites vegetales, principalmente el de girasol, maíz o soja.
  • Frutos secos, especialmente las almendras, nueces, avellanas y cacahuetes. También otro tipo de semillas como las pipas de girasol.
  • Hortalizas de hoja verde como las espinacas y el brócoli.
Además, de estos alimentos naturales, son muchos los productos industriales enriquecidos artificialmente con vitamina E; cereales para el desayuno, zumos de frutas, margarinas, etc. Aunque, como siempre, lo mejor es tomar los nutrientes de fuentes naturales.

La relevancia del estudio de la Universidad de Oregon es que sus resultados han puesto de manifiesto que una incorrecta ingesta de vitamina E, especialmente durante los primeros 1000 días desde la concepción, no sólo se relaciona con problemas en el desarrollo del cerebro en esta etapa sino que puede tener implicaciones a muy largo plazo, ya que se está asociando con el futuro desarrollo de demencia o Alzheimer. Existen trabajos que han demostrado, además, que los suplementos de vitamina E en edades avanzadas, no previenen la aparición de este tipo de enfermedades, aunque si ralentizan la progresión de la enfermedad una vez que esta se manifiesta.

Las conclusiones puestas de manifiesto en esta revisión de la Universidad de Oregon son:

-.La insuficiencia de vitamina E se asocia con un aumento de las infecciones, con anemia, retraso del crecimiento y malos resultados durante el embarazo, tanto para el bebé como para la madre.
-.Puede causar trastornos neurológicos, deterioro muscular, e incluso una miocardiopatía en los niños.
-.Los estudios con animales experimentales indican que la vitamina E es críticamente importante para el desarrollo temprano del sistema nervioso en los embriones, ya que protege la función de los ácidos grasos omega-3, que son imprescindibles para la salud del cerebro y de los ojos, entre otros.
-.Un estudio demostró que las concentraciones más altas de vitamina E al nacer se asocia con un mayor tamaño cerebral y una mejor función cognitiva en los niños de dos años de edad.
-.Además, este artículo ha puesto de manifiesto un problema a la hora de diagnosticar la deficiencia de vitamina E. Según explican, las medidas de los niveles circulantes en sangre de vitamina E a menudo se elevan con la edad (como ocurre con los niveles de lípidos) sin embargo, parece estar demostrado que un alto contenido de vitamina E en sangre no implica que esta esté siendo adquirida por las células de los tejidos y órganos diana, donde es necesaria.

Según concluyen los autores, alcanzar las necesidades de vitamina E desde antes de nacer y durante la infancia es indispensable para alcanzar el potencian neurológico y evitar problemas al nacimiento y en el futuro muy a largo plazo ya que, además, parece que las carencias al comienzo no pueden ser compensadas con posterioridad.


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