Los atletas de edad avanzada que han competido durante su vida en pruebas de resistencia podrían tener alteraciones del ritmo cardiaco
Ser un atleta de alta competición podría tener graves consecuencias cardiacas en la edad adulta. Un trabajo de la Universidad de Manchester (Gran Bretaña) nos aporta nuevos datos de por qué los atletas son más propensos a tener ritmos cardíacos anómalos de mayores y a necesitar marcapasos durante la vejez .
Según el estudio, los atletas de edad avanzada que han competido durante su vida en pruebas de resistencia, como maratones, triatlones y pruebas de alta resistencia, como, podrían tener alteraciones del ritmo cardiaco, conocidas como arritmias.
Mientras que un adultos normal tiene una frecuencia cardíaca en reposo de 60 a 100 latidos por minuto, los corazones de los atletas de resistencia pueden latir sólo 30 veces por minuto o incluso menos durante la noche, cuando no puede haber pausas largas entre los latidos del corazón. Por ejemplo, el ciclista Miguel Indurain tenía una frecuencias cardíaca en reposo de 28 latidos por minuto .
«El ritmo cardíaco lo marca el corazón, pero en realidad está controlado por el sistema nervioso. Los nervios ‘vagales’ reducen el ritmo cardíaco y, por lo tanto, se ha asumido que la frecuencia cardíaca baja de los atletas es el resultado de la sobreactividad de los nervios vagales», explica Alicia D' Souza, autora del trabajo.
Sin embargo, añade, nuestra investigación muestra que esto no es así. «En realidad los cambios en el ritmo cardiaco se producen como respuesta al entrenamiento y, en particular, a la disminución de una proteína del ritmo cardiaco, conocida como HCN4 , responsable de la frecuencia cardíaca baja».
Los investigadores creen que esta información sobre los cambios moleculares nos pueden ayudar a entender por qué los atletas tienen con más frecuencia alteraciones del ritmo del corazón o incluso pérdida de la conciencia. «Los datos son importantes porque si bien normalmente la baja frecuencia cardíaca en reposo de un atleta no causa problemas, cuando cumplen años algunos son más propensos a necesitar un marcapasos implantables», asegura el investigador Mark Boyett.
Solamente en Europa y EE.UU. se celebran más de 500 mararonescada año con alrededor de un millón de participantes y se espera que el número de personas que participan aumente en un 5 % cada año. Ahora bien, Boyett matiza de que a pesar de que el entrenamiento de resistencia puede tener efectos nocivos sobre el corazón, «están compensados por sus efectos beneficiosos».
De momento, confirma Jeremy Pearson, de la Fundación Britanánica del Corazón, el estudio «muestra los cambios de cableado eléctrico del corazón en ratones que hacen ejercicio durante mucho tiempo, y que estos cambios en el ritmo cardíaco se mantiene con el tiempo». Si los resultados se reproducen en seres humanos, añade, podrían tener implicaciones para la salud cardiaca de los atletas.
La práctica de ejercicio físico conlleva una serie de respuestas por parte de nuestro organismo. Si éste solo se realiza en un determinado momento, de manera aislada y esto no se repite en dos o tres semanas, se hablará de una “respuesta fisiológica aguda”. En este tipo de respuesta el organismo intenta suplir las necesidades temporales de este esfuerzo físico, sin que se produzca ninguna adaptación a largo plazo para cubrir estas necesidades.
Cuando este esfuerzo físico se repite con una determinada intensidad, duración y periodicidad en el tiempo, estamos frente a lo que llamamos un “entrenamiento” que implica una adaptación crónica para cubrir mejor las necesidades.
Los efectos biológicos que van a tener lugar sobre el corazón serán:
- Hipertrofia del músculo cardiaco (aumento de tamaño de la fibra cardiaca).
- Aumento de las cavidades de los ventrículos.
- Reducción de la frecuencia cardiaca en reposo.
- Aparición de alteraciones en el electrocardiograma basal consistentes en alteraciones de la repolarización, trastornos de la conducción y algún tipo de arritmia, siempre benignas y secundarias a la hipertrofia miocárdica.
Todos estos cambios producen lo que ha dado en llamarse “el síndrome del corazón del atleta” y es la expresión de una adaptación crónica del corazón a una demanda continuada en el tiempo y a una determinada intensidad de ejercicio.
La extracción del oxígeno por parte del corazón desde la sangre se realiza “al máximo” incluso en reposo. Durante el ejercicio, para suplir las necesidades mayores de oxígeno, el corazón lo que hace es “aumentar” el tamaño de los vasos que le llevan la sangre, las arterias coronarias.
Otra adaptación del corazón cuando se realiza un entrenamiento aeróbico regular es un alargamiento de la fibra muscular cardiaca que conlleva un aumento de las cavidades cardiacas, esto es lo que se conoce como cardiomegalia. Las consecuencias de este aumento del tamaño son que en cada expulsión de sangre, el volumen de ésta es mayor y por consiguiente la cantidad de oxígeno que transporta la sangre en cada latido está aumentada.