Cada año se diagnostican unos 10.000 nuevos casos de Parkinson, 1.500 en pacientes menores de 45 años
El 11 de abril, se conmemora el Día Mundial del Parkinson, la segunda patología neurodegenerativa más frecuente tras el Alzheimer y uno de los trastornos del movimiento más comunes. En España, y según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre 120.000 y 150.000 personas padecen esta enfermedad de la que, cada año, se diagnostican unos 10.000 nuevos casos.
El 70% de las personas diagnosticadas de Parkinson en nuestro país tienen más de 65 años: actualmente el 2% de los mayores de 65 años y 4% de los mayores de 85 años padecen Parkinson en España. Y, puesto que la prevalencia de esta enfermedad está claramente en relación con la edad, debido al progresivo envejecimiento de la población española, la SEN calcula que el número de afectados se duplicará en 20 años y se triplicará en 2050. Sin embargo, no es una enfermedad exclusiva de las personas mayores, ya que cada año se detectan 1.500 nuevos casos entre pacientes menores de 45 años y también existen casos en la que la enfermedad puede iniciarse en la infancia o en la adolescencia.
“La manifestación clínica más común de la Enfermedad de Parkinson es la dificultad para el inicio y realización de movimientos voluntarios. Sin embargo, un paciente con Parkinson puede desarrollar, entre 5 y 10 años antes del comienzo de los síntomas motores, muchos trastornos no relacionados con la motricidad”, explica el Dr. Javier Pagonabarraga Mora, Coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología. “En un gran número de pacientes la depresión puede ser la primera manifestación del Parkinson, pero también puede manifestarse con problemas de memoria, pérdida de olfato, estreñimiento, alteraciones urinarias, disfunción sexual, trastornos del sueño, etc.”.
Puesto que un número importante de pacientes refieren diversos síntomas mucho antes de que aparezcan las manifestaciones motoras de la enfermedad y que el inicio y la progresión de la enfermedad son graduales y distintos en cada caso, los pacientes con Parkinson tardan una media de entre 1 y 3 años en obtener un diagnóstico y un 15% espera más de 5 años en recibir el diagnóstico definitivo. Además, hasta un 25% de los pacientes clínicamente diagnosticados en vida tienen en realidad otra enfermedad.
“El diagnóstico del Parkinson se realiza por las manifestaciones clínicas y no es difícil cuando nos encontramos ante un cuadro de temblor. Sin embargo, teniendo en cuenta que en el 30-40% de los casos los pacientes no presentan temblor, que no se disponen de marcadores biológicos y que las técnicas de neuroimagen funcional no siempre ayudan a diferenciar esta enfermedad de otras que cursan con trastornos del movimiento o temblor, tan características de esta patología, hace que, a pesar de que se ha mejorado mucho en los últimos años, la detección del Parkinson sigua siendo tardía”, señala el Dr. Javier Pagonabarraga. “Es importante detectar la enfermedad a tiempo, porque existe un periodo en el que la respuesta al tratamiento farmacológico es excelente. Puesto que disponemos de un número considerable de tratamientos que consiguen mejorar los síntomas de la enfermedad, tanto para el control de los síntomas motores como para los no motores –que a veces son incluso más incapacitantes- se puede mejorar la calidad de vida de los pacientes durante varios años”.
Dentro de los síntomas no motores, el dolor (presente en el 60% de los pacientes), la fatiga (50%), la psicosis (50%), la somnolencia diurna excesiva (entre un 12% y un 84% de los pacientes) o el insomnio (55%), son los más frecuentes. Pero también otros como el trastorno de la conducta del sueño REM (entre un 46% y un 58% de los casos), conductas impulsivas y compulsivas (13-25%) o deterioro cognitivo leve (30%).
Esta variedad de síntomas hace que el tratamiento deba ser personalizado, atendiendo a las situaciones de cada paciente. Por otra parte, también debe ser multidisciplinar, dependiendo de la progresión de la enfermedad y apoyado por terapias no farmacológicas. En este sentido son numerosos los estudios que avalan el beneficio del ejercicio físico en los pacientes con enfermedad de Parkinson durante todos los estadios de la enfermedad y también que la terapia ocupacional es útil en la mejoría de las actividades de vida diaria, reduciendo los costes de cuidados relacionados con la salud y la institucionalización. A día de hoy, el coste de la Enfermedad de Parkinson en Europa se acerca a los 11 billones de euros anuales.