El sueño, la fatiga o incluso simplemente hablar son causas importantes de siniestralidad vial, muy presentes en aquellos accidentes que se producen por colisiones por alcance, salidas de la vía o invasiones de carril contrario.
Un conductor que habla mientras conduce:
- Pierde la capacidad de mantener una velocidad constante.
- No guarda la distancia de seguridad suficiente con el vehículo que circula delante.
- El tiempo de reacción aumenta considerablemente (entre medio a dos segundos, dependiendo de los reflejos de cada conductor).
Conducir con sueño o fatiga implica:
- Aumento del número de distracciones al volante.
- Alteración de la capacidad para tomar decisiones.
- Aumento del tiempo de reacción ante los eventos del tráfico.
- Disminución de la capacidad para prestar la atención debida al entorno