A raíz de esta instrucción, los ayuntamientos se han lanzado a implantar medidas que destinan más espacio para el peatón o la bicicleta en detrimento del coche. Una tendencia que Greenpeace califica de positiva, pero insuficiente, puesto que en la mayoría de casos se limita a sábados y domingos, y en horarios muy reducidos. De las 36 ciudades con medidas anunciadas, tan solo 16 han habilitado espacios de forma permanente o tienen previstas actuaciones de mayor calado, como nuevos carriles bici o carriles bus, necesarias para dibujar la movilidad en el escenario post-COVID y desincentivar el uso del coche en la ciudad.
Entre las ciudades más ambiciosas, destacan los planes de movilidad presentados por A Coruña o Valladolid, que abarcan una estrategia integral para mejorar la movilidad peatonal, ciclista y el transporte público a través de peatonalizaciones completas, nuevas vías ciclistas y plataformas reservadas para el autobús. Este tipo de iniciativas, más allá de descongestionar temporalmente las calles más concurridas, están orientadas a mejorar el modelo de transporte de cara al futuro. Ciudades de mayor tamaño como Barcelona o Valencia también están ejecutando cambios en varios puntos clave para dotar de más espacio a la movilidad sostenible.
En el lado opuesto, sorprende la falta de ambición de ciudades como Bilbao, Sevilla o Madrid, que han limitado sus intervenciones en el espacio público a los fines de semana. En el caso de Madrid, Greenpeace considera insuficientes los 29 tramos peatonalizados este fin de semana considerando el tamaño de la ciudad y de su población, frente a las 70 calles de ciudades como Vigo.
“La movilidad peatonal debe priorizarse en todos los barrios y para todos los días. Aquellos ayuntamientos que únicamente cortan el centro los días de fiesta dan a entender que las ciudades solo pueden disfrutarse de forma excepcional, pero que en el día a día el coche es quien manda en el espacio público”, ha afirmado Adrián Fernández, responsable de la campaña de Movilidad de Greenpeace, quien ha recordado que “según avancemos en las fases del desconfinamiento, iremos notando que cada vez nos cuesta más caminar o ir en bici con seguridad, por lo que necesitamos intervenciones de mayor calado antes de que el tráfico rodado vuelva a dejarnos sin espacios”.
Toma la calle
Otro aprendizaje del confinamiento se ha visto reflejado en la desigualdad entre los barrios, primero en el tamaño de las casas y luego en la falta de espacios abiertos. Los barrios con mayor densidad de población normalmente son los más desfavorecidos. Zonas donde, en general, las aceras son más pequeñas, las calles más estrechas y donde no hay tantos espacios verdes o avenidas amplias. Greenpeace destaca que el desconfinamiento es una oportunidad para mejorar el espacio público, quitando coches y ganando espacio para las personas y la movilidad sostenible, no solo ahora, sino para el futuro.
Por ello, la organización ecologista ha pedido que, para cumplir las instrucciones sobre distanciamiento físico frente al contagio, los peatones ocupen y circulen por la calzada -siempre con precaución-, en especial en las calles menos transitadas. Con el hashtag #TomaLaCalle, Greenpeace está recogiendo en sus redes imágenes y testimonios de peatones que, tras la vuelta a las calles, han experimentado la falta de espacio para caminar en las aceras y se han bajado a unas calzadas ahora vacías. Greenpeace recuerda a los ayuntamientos que tienen la responsabilidad de garantizar un espacio público seguro y suficiente para evitar un repunte en los contagios y, no menos grave, frenar los atascos y la contaminación derivados del incremento en el uso del automóvil cuando se recupere la actividad.