En cuanto a epidemias anteriores de otros coronavirus como el MERS, (epidemia que se extendió en Oriente Medio en 2014 con menor capacidad de contagio, pero con mucha mayor letalidad), las revisiones científicas informaron de que ser fumador o haber fumado era un importante factor de riesgo que llegaba a triplicar la probabilidad de sufrir la enfermedad y, además, aumentar la mortalidad.
Además de supuestas mayores complicaciones, podría existir un riesgo mayor de contagiarse de COVID-19 por el mero hecho de fumar. Gestos como llevarse la mano que sujeta al cigarrillo a la boca o el uso de ceniceros no privados, podría aumentar el riesgo. Este riesgo es muy alto si se comparten fuentes de consumo como cachimbas o porros. “Todos estos antecedentes nos orientan sobre la peligrosa relación que puede tener fumar en tiempos del COVID- 19”, concluyen desde el Grupo de Abordaje al Tabaquismo de la semFYC.
La nicotina no protege
En relación al reciente estudio francés ampliamente difundido que, en las observaciones de una serie de casos, apuntaba que la nicotina podría ser un factor protector, el Grupo de Abordaje al Tabaquismo de la semFYC señala que “tras el revuelo ocasionado por dicha información, un análisis posterior detectó que existían importantes sesgos de selección y de observación ya que, entre otras cosas, excluían a los pacientes que ingresaban en UCI, por lo que los pacientes más graves quedaban fuera del estudio, no estando por tanto esta hipótesis fundamentada por ninguna evidencia científica sólida, ni siendo apoyada por ninguna sociedad científica”.