Se caracteriza por una pérdida de la memoria que afecta la comunicación, el aprendizaje, el pensamiento y el razonamiento. Sin embargo, los síntomas de la enfermedad pueden ser muy variables y se podrían agrupar en tres esferas: la cognitiva, la conductual y la funcional con un progresivo empeoramiento.
Los episodios de olvidos, repetición de palabras y frases, irritabilidad emocional, conductas reiterativas y desconfianzas, son los primeros síntomas dentro del denominado déficit cognitivo leve, que se considera la primera etapa de la enfermad de la memoria.
Factores de riesgo: La herencia, la falta de ejercicios, el tabaquismo, el alcoholismo, la depresión, la escasa educación (pocos estímulos cerebrales), la diabetes, la hipertensión arterial, elevadas grasas en sangre, la falta de socialización, la obesidad y los derrames cerebrales están entre los factores que predisponen a padecer la enfermedad de Alzheimer.
Prevención: Modificar los cambios de actitud en la forma de vivir, con un adecuado seguimiento médico y procurando vivir una vida más sana. Y si fuera necesario pruebas diagnoticas como resonancias magneticas, determinación de biomarcadores se suelen utilizar pruebas cognitivas para valorar memoria, orientación, pensamiento lógico, cálculos, entre otros factores. Con test, podemos diagnosticar la enfermedad, antes de que el paciente no haya dado manifestado alguna alteración grave de la memoria. En estos casos, si se hace una detallada historia clínica del paciente, con su información y la de familiares cercanos, la ocurrencia de ‘olvidos’ mínimos, conductas erráticas, repeticiones, olvidos de los nombres de familiares y de objetos, irritabilidades, episodios de desorientación momentáneos, ya han hecho presencia, pudiendo se atajada cuanto antes la enfermedad.