El COVID-19 empezó a dar sus primeros coletazos a comienzos de año, decretándose poco después una pandemia mundial, confinamientos domiciliarios y un sinfín de medidas sanitarias que aún siguen vigentes en la actualidad.
Por su parte, el informe de la AEMA del que nos hicimos eco a principios de semana, también ofrece una reseña sobre la relación entre la pandemia de COVID-19 y la calidad del aire.
Una evaluación más detallada de los datos provisionales de la AEMA para 2020, apoyada por la modelización efectuada por el Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS), confirma evaluaciones anteriores y revela reducciones de hasta el 60 % de determinados contaminantes atmosféricos en muchos países europeos que aplicaron medidas de confinamiento en la primavera de 2020.
Pese a esto, aún es pronto, ya que la AEMA aún no tiene estimaciones sobre los posibles efectos positivos para la salud de la mejor calidad del aire durante 2020.
El informe señala asimismo que la exposición a largo plazo a los contaminantes del aire provoca enfermedades cardiovasculares y respiratorias, identificadas como factores de riesgo de muerte en pacientes con COVID-19.
No obstante, la causalidad entre la contaminación atmosférica y la gravedad de las infecciones por COVID-19 no está clara y se requieren más investigaciones epidemiológicas.