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Las infecciones más frecuentes en la temporada de piscinas
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Las infecciones más frecuentes en la temporada de piscinas

Por Virginia González
miércoles 04 de agosto de 2021, 23:00h

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Tras un año y media de pandemia, las ganas de irnos de vacaciones han ido en aumento. Todos queremos un poco de 'nueva normalidad', aunque manteniendo todas precauciones para prevenir los nuevos virus, además de las 'viejas' afecciones, de las que te damos algunos consejos para prevenirlas fácilmente...

El aumento de la humedad y las altas temperaturas del verano crean un clima perfecto para la proliferación de todo tipo de patógenos. Y la humedad es especialmente alta en uno de los sitios más concurridos del verano: las piscinas. Por eso, en esta época del año, en la que pasamos horas y horas disfrutando del agua, hay que vigilar la aparición de ciertas enfermedades.

Los expertos de DosFarma, explican que las personas que acuden a la piscina con frecuencia tienen un 50 % más de riesgo de sufrir una infección causada por bacterias u hongos. Aunque algunas son más habituales entre los más pequeños o afectan con más frecuencia a las mujeres, todos los bañistas deben cuidarse de las infecciones en la temporada de piscina. Estas son las cinco más habituales entre los nadadores en verano:

1. Cistitis

Es una infección que afecta a la vejiga y que se produce por la acumulación de bacterias en el tracto urinario. El microorganismo que más suele provocarla es la Escherichia coli o E.coli, responsable del 75 % de las cistitis en España. Aunque puede darse también en hombres, es más frecuente en mujeres, especialmente entre las jóvenes.

Las infecciones en el tracto urinario son muy habituales durante todo el año, ya que pueden surgir por diversas causas: higiene insuficiente en la zona íntima, relaciones sexuales frecuentes, ropa interior demasiado apretada... Sin embargo, en verano esas causas aumentan. Los cambios bruscos de temperatura, un bajo nivel de hidratación o estar mucho tiempo con el bañador mojado también hace que aparezca.

Sus síntomas más comunes son orinar con mucha frecuencia y tener ganas constantemente, dolor o escozor al orinar e incluso la presencia de sangre en la orina. En algunos casos, también aparece fiebre.

2. Candidiasis

Es una infección producida por hongos vaginales. Es bastante común, pues 3 de cada 4 mujeres la han sufrido en algún momento de su vida. La originan distintos tipos de hongos, aunque los más frecuentes son los del género Candida. Son hongos que están presentes en la vagina de forma natural y ciertas bacterias los mantienen controlados; pero si se desequilibran los niveles de dichas bacterias, los hongos crecen de forma excesiva. Así pues, la toma de antibióticos es uno de los motivos por los que puede aparecer la candidiasis, aunque hay algunos más: diabetes no controlada, sistema inmunitario débil o aumento de los niveles de estrógeno (por el embarazo o por tomar anticonceptivos).

En verano, es más habitual por el uso de los bañadores. Si estamos demasiado tiempo con el bañador mojado, se alterará el equilibrio entre los hongos y las bacterias de la vagina y aparecerá la infección. La candidiasis produce picazón o irritación en la vagina, sensación de ardor al orinar o durante las relaciones sexuales, dolor o inflamación de la vagina y secreciones espesas y blanquecinas.

3. Pie de atleta

La humedad y el calor de las piscinas en verano son el entorno perfecto para que proliferen las infecciones por hongos en la piel. La más frecuente es el pie de atleta, causada por lo general por los hongos Trichophyton, y que afecta sobre todo a la piel de entre los dedos del pie debido a la acumulación de humedad.

Proliferan más en verano no solo porque sudamos más, sino también por caminar descalzos por la piscina o las duchas públicas. El pie de atleta provoca picor, enrojecimiento, grietas en la piel y sudor excesivo. En algunos casos, aparecen también pequeñas ampollas o piel escamosa. Si no se trata correctamente, puede derivar en onicomicosis, una infección de hongos que afecta a las uñas y que les cambia el color o la forma.

4. Conjuntivitis

Es una inflamación de la conjuntiva, una membrana transparente que recubre el párpado y el globo ocular. Su causa más frecuente es una infección producida por una bacteria o un virus. Si nos tocamos los ojos con las manos al salir de la piscina, podemos transmitir los patógenos del agua directamente al ojo.

La conjuntivitis también puede deberse a una irritación. Por ejemplo, el cloro del agua puede inflamar la conjuntiva.

Sus síntomas incluyen ojo rojo, escozor y picazón, sensación arenosa, lagrimeo... En el caso de ser una irritación, puede eliminarse limpiando el ojo con suero fisiológico. En cambio, si es por una infección, hay que acudir al oculista.

5. Otitis externa

Es la inflamación del canal auditivo externo y es causada, por lo general, por una infección. Las más habituales son las producidas por las bacterias Pseudomonas. Son especialmente frecuentes en los niños, ya que sus conductos auditivos son más cortos y se obstruyen más fácilmente.

Es bastante común en verano debido a la humedad y al agua, que entra en el oído, lo irrita y deja patógenos dentro del conducto auditivo. También puede producirse por otros motivos, como alergias, eccemas o por usar los bastoncillos de algodón. Esto se debe a que los bastoncillos pueden provocar irritaciones en la piel del conducto auditivo, desde las que podrán entrar los microorganismos. Además, el bastoncillo empuja la cera hacia la parte más profunda del conducto y, al acumularse, almacena la humedad y favorece la aparición de microbios.

La otitis externa produce dolor agudo en el oído y el conducto se inflama y enrojece. Aparecen secreciones de líquido de color claro. Si no se trata o se propaga, el dolor aumentará, las secreciones serán más espesas y amarillentas y el canal auditivo puede llegar a bloquearse, lo que afectará a la audición temporalmente.

Cómo prevenir las infecciones en la piscina

No hace falta renunciar a un chapuzón para prevenir todas estas enfermedades. Algunos sencillos consejos que se pueden incorporar fácilmente como rutina este verano y nos ayudarán a evitarlas.

No quedarse con el bañador mojado

Es importante ponerse ropa seca lo antes posible para que no se acumule humedad en la zona íntima. Gracias a eso, evitaremos que aparezcan patógenos que causen enfermedades como la candidiasis o la cistitis.

Mantenerse hidratado

La deshidratación es un factor de riesgo para la cistitis, por lo que nunca debe faltar agua en nuestra bolsa de la piscina. Si nos cuesta beber agua, puede complementarse con otros líquidos como las infusiones frías o zumos.

Tomar arándano rojo

Esta fruta tiene grandes propiedades antibacterianas y ayuda a prevenir la cistitis, entre otras muchas cosas. Hay una gran cantidad de complementos alimenticios de arándano rojo que reforzarán las defensas contra esta infección en la época de piscina. Además, el arándano reduce el pH de la orina (es decir, su grado de acidez), lo que evita la aparición de las bacterias, ya que la mayoría de ellas se alimenta de los ácidos de la orina.

Evitar el alcohol

Las bebidas alcohólicas propician la deshidratación, pues afectan a la producción de la hormona antidiurética, encargada de que los riñones absorban el agua. Al tomar alcohol, orinamos con más frecuencia y podemos deshidratarnos antes, un factor de riesgo de la cistitis. Además, el alcohol eleva el pH de la orina, al igual que otros alimentos, como las bebidas excitantes, lo que favorece la aparición de bacterias y enfermedades como la candidiasis o la cistitis.

Mantener la piel bien hidratada

Hay que evitar que haya grietas o heridas en la piel que sirvan de entrada a hongos y bacterias. Para ello, es importante hidratar bien todo el cuerpo, especialmente las zonas que vayan a estar más en contacto con las superficies de la piscina, como los pies.

No caminar descalzos

Utilizar chanclas mientras estemos fuera del agua hará más difícil que entren bacterias en la piel de los pies. Es un consejo que también se puede aplicar a la hora de ducharse en los vestuarios públicos.

Llevar las uñas de los pies cortas

Si las uñas sufren algún golpe, aumenta el riesgo de que entren hongos a través de la herida. Por eso, es mejor llevarlas cortas para evitar heridas y cortes.

Sumergirse lo menos posible

De esta manera, evitaremos que entre agua en el oído y lleguen al conducto auditivo los patógenos que provocan la otitis.

Secarse bien después de cada baño

Es muy importante que no quede agua en los oídos después del baño. Para ello, hay que secarse bien con una punta limpia de la toalla e inclinar la cabeza a ambos lados para que salga toda el agua.

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