Las personas experimentamos adicciones diversas, entre ellas, la adicción al tabaco. Si quieres dejar este hábito, sigue leyendo...
Hay personas que son adictas a todo: el juego, las compras, el móvil, el ordenador, el trabajo, a hablar, a morderse las uñas, a chuparse el pulgar, a las dietas, al chocolate, a la comida, al deporte, al wasap, a pasear siempre por una misma calle y a lo más absurdo que uno pueda imaginar.
No nos sentimos con voluntad para dejar de hacer lo que hacemos y, muchas veces necesitamos ayuda psicológica para dejar de hacerlo.
Esto se debe a las reacciones químicas y neurotransmisoras relacionadas con la memoria. Sin esta, no seriamos nada. La memoria es necesaria para nuestra evolución y la de todos los seres humanos. Gracias a la memoria podemos decir que somos lo que somos. Sin embargo, tiene dos caras.
Podemos hacer uso de ella como algo constructivo y evolutivo, pero sin el buen uso del razonamiento consciente, la memoria, puede ser algo muy destructivo.
Nuestro cerebro guarda absolutamente todo los estímulos nerviosos, desde que nacemos hasta que morimos. La memoria nos permite aprender, conservar las experiencias y decidir sobre lo que nos gusta o disgusta. Debido a los registros nerviosos podemos avanzar en la vida, pero también, muchas veces, nuestro pasado nos detiene en un lugar en el que podemos permanecer durante años girando, sin poder salir. En nuestro cerebro el más insignificante estímulo neuronal implica la segregación de una sustancia química neurotransmisora, o neuropéctida. Cuando repetimos una misma cosa, o tenemos un mismo tipo de pensamiento, el cerebro libera la misma sustancia química. Al liberar el mismo tipo de sustancia, una y otra vez, el cuerpo se vuelve adicto a la misma y cuando intentamos cambiar la acción repetitiva experimenta un vacío que, en la mayoría de los casos, es una sensación imperceptible como una inquietud, o cosquilleo, en el estómago. Ya no recibe la misma señal, el mismo estímulo. Las neuronas encargadas de segregar la misma sustancia, una y otra vez, y los receptores del cerebro acostumbrados a recibirla, dejan de hacerlo. Es entonces cuando inconscientementeada vez que ingerimos un cigarro solo que intercambiamos veneno y oxígeno con lo cual continuamos viviendo pero, cuando has fumado 20 o 30 cigarrillos, claramente experimentas asfixia, depresión en el pecho y, a veces, sientes hasta estar muriendo. De hecho, a lo largo de los años de fumador, se va produciendo una, evidente, insuficiencia respiratoria y una afección en las cuerdas bucales. Te fatigas con facilidad, toses y siente que te falta el oxígeno y tu voz se vuelve más grave. Es entonces cuando la parte de ti que razona sabe que es preciso mande a paseo el tabaco, sin embargo la que lleva años acostumbrada a hacerlo mira al futuro y se dice así misma ¿qué voy a hacer mañana sin un cigarrillo que llevar a la boca? El miedo se apodera de la razón y buscas una justificación para continuar intoxicándote una hora más, un día más, un mes más, un año más… aunque te vaya la vida en ello.
La razón te dice que debes dejar de fumar por tu salud, pero tu inconsciente, tu memoria, tu cuerpo, tu química, te reclama que continúes con lo que llevas años realizando.
¿Cuántos cigarrillos diarios fumas? Multiplica el número de cigarros diarios por las caladas que das cada vez que fumas uno. Después por 365 días y por los años que llevas haciéndolo. Si cada vez que tu das una calada al pitillo yo hago un giño con mi ojo izquierdo, o derecho, o un gesto nervioso específico ¿Qué crees que puede pasar al cabo de una treintena de días aproximadamente? Sencillo: habré desarrollado un tic nervioso y me sentiré incapaz de evitarlo. Ahora imagina que realice ese tic nervioso a lo largo de 20 años de mi vida. El tic se habrá apoderado de mi voluntad. Me abre vuelto adicto a abrir y cerrar mi ojo cada cierto segundo, o minuto, algo muy similar a lo que le sucede al fumador.