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Hablamos de: Cáncer de próstata

Hablamos de: Cáncer de próstata

Por Elsa Bernaldo de Quirós
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elsabernaldodequiroscom/4/4/21
sábado 04 de octubre de 2014, 18:42h

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Es el segundo tumor más frecuente entre los hombres y uno de los que arrastra más falsas creencias y mitos.
Es un tumor relacionado con el envejecimiento de la población y con los estilos de vida. La mayor frecuencia aparece a medida que aumenta la edad, por lo que se recomiendan revisiones urológicas a partir de los 50 años para poder detectar a tiempo cualquier anomalía.

Con la edad, la próstata se vuelve más grande y puede obstruir la vejiga o la uretra y este proceso (hiperplasia benigna de próstata), sin ser maligno, provoca unos síntomas similares a los del cáncer, entre ellos levantarse al baño con frecuencia por la noche, la dificultad para vaciar la vejiga por completo, urgencia urinaria. Para determinar si estamos ante una hiperplasia benigna o ante un tumor hay que estudiar el origen para determinar el mejor tratamiento.

Cuando aparece un tumor en la próstata se dispara la producción de PSA. El Antígeno Prostático Específico se considera un buen marcador de la presencia de células tumorales en la próstata, aunque esto no equivale a diagnóstico de cáncer: la gran mayoría de hombres no desarrollará un cáncer en la glándula prostática porque no se producirá un crecimiento descontrolado de esas células, ni se diseminarán fuera de ella. Un estudio europeo publicado el pasado mes en The Lancet apunta que la determinación del PSA reduce la mortalidad por cáncer de próstata en un 27% menor. Esto nos hace pensar que además de el dato de la determinación de PSA en sangre, hay que conjugarlo con los factores de riesgo conocidos (edad, historia familiar, raza...).

Como en todos los tumores, cuanto antes se actúe, mejor. Siempre tiene menos riesgo y provoca menos efectos secundarios un tumor pequeño que uno mayor, pero el paciente debe estar informado de todas las opciones y de los efectos que va a tener sobre su calidad de vida.

Las dos con mayor nivel de evidencia científica y con capacidad demostrada de curación son dos: la cirugía y la radioterapia. La cirugía consiste en la extirpación de la glándula que se puede realizar abierta o por laparoscopia y puede preservar los nervios y músculos que regulan la función sexual y la micción. La segunda opción, la radioterapia, que puede ser un complemento de la cirugía, consiste en el uso de radiación focalizada para destruir las células tumorales. El uso de nuevas técnicas de tratamiento con radiación han hecho que los efectos secundarios de la radioterapia tengan actualmente muy baja incidencia. Además, disponemos de aceleradores lineales de última generación, como nuestro TrueBeam STX que nos permite realizar tratamientos en menos días con una precisión desconocida hasta ahora.

Los principales efectos secundarios de la cirugía son la incontinencia urinaria, en algunos casos reversible, y la impotencia sexual. Por eso nosotros insistimos mucho en que el paciente tiene que estar informado de la validez de cada tratamiento y de las ventajas e inconvenientes de cada uno.

A partir de los 50 años, uno de cada cuatro hombres tiene células tumorales en la próstata y a los 80 años, la enfermedad afecta a la mitad de los varones, con un pico de casos máximo entre los 70 y los 75 años.

Si el padre o un hermano han tenido un tumor en la próstata, el paciente tiene el doble de posibilidades de desarrollar la enfermedad. El riesgo es mayor si el afectado es un hermano.

La raza o grupo étnico: Aunque no están claras las razones, se sabe que el cáncer de próstata tiene mayor incidencia entre los hombres de raza negra y/o ascendencia africana.
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