Ningún sistema puede funcionar bien sin médicos, enfermeras/os, auxiliares, farmacéuticos, gestores, biólogos, químicos.
Médicos y farmacéuticos estan en pie de guerra, los farmaceuticos quieren ser una pieza clave en la nueva sanidad del siglo XXI, quieren una atención farmacéutica. Por el contrario, la OMC, la representación de la profesión médica, acaba de mandar al ministerio un informe que supone un mazazo para el modelo actual de farmacia español, en el que entre otras muchas cosas pide que el farmacéutico no interfiera en ningún momento en la pauta terapéutica elaborada por el médico y que se liberalice el modelo de forma similar al que tienen algunos países de la UE.
Por otra parte, hay otro sector crucial en sanidad, la enfermería, que cree estar muy infravalorada. No les falta razón, que por una causa u otra su papel es invisible. Se quejan, por ejemplo, de que no han salido en la foto del equipo que ha atendido a la auxiliar madrileña que ha superado el ébola. También tienen razón.
La sanidad que necesita el ciudadano requiere, en los tiempos que vivimos, más sinergias sin roces en todos los niveles profesionales. Los farmacéuticos pueden hacer, si quieren y alguien paga por ello, algo más que ser vendedores de pastillas en sus oficinas de farmacia. La enfermería está siempre al pie del cañon y nunca se reconoce su labor. Los médicos no deben tener miedo a que exista competencia que les quite poder. El único poder es el del conocimiento. La única forma de que la sanidad sea efectiva y, además, eficiente es compartiendo con sentido común responsabilidades.