¿Qué olvidamos?
El cáncer de piel es una enfermedad directamente relacionada con exposiciones inadecuadas al sol, y las quemaduras solares en la juventud son determinantes para la aparición de un cáncer de piel en la edad adulta.
Gran parte de su prevención depende, por tanto, de los hábitos de protección frente a la luz solar en la infancia y adolescencia.
Asignatura pendiente: el recreo
Es costumbre, y debemos felicitarnos por ello, proteger del sol a los pequeños de la casa cada vez que vamos a la piscina, a la playa o a pasar el día al campo.
Pero, ¿qué hay de la protección fuera de esos contextos? . Según un estudio del Observatorio del cáncer de la aecc sobre los comportamientos de protección solar, el 38% de los padres opina que la radiación solar durante el recreo es pobre o nada alta y el 35% de los niños no utilizan ningún tipo de protección. Cuando la protección no es la adecuada el sol puede ser dañino en cualquier lugar y momento.
El periodo escolar abarca varios meses en los que el sol es más intenso por lo que es imprescindible tomar medidas protectoras durante el recreo o las clases de educación física. Así mismo hay que tener en cuenta las habituales actividades extraescolares al aire libre y no solo en verano ya que la radiación solar que refleja la nieve en invierno es igualmente dañina. La protección mínima recomendada por los dermatólogos es evitar la exposición de 12 a 16 horas, aplicar protector solar con un factor mayor de 30, camiseta y gorra.
La importancia de interiorizarlo
Aunque los jóvenes aprendan que hay que protegerse del sol a veces ocurre como con el consumo de tabaco, que los efectos perjudiciales no son inmediatos sino que pueden aparecer a medio/largo plazo, por lo que la percepción de peligro se reduce con el tiempo. El estudio del Observatorio del cáncer indicó que a partir de los 10 años se tiende a reducir algunas medidas de protección como la gorra, la camiseta y la frecuencia con la que se aplican la crema protectora, aumenta hasta las 4-5 horas, cuando lo recomendable es cada 2 horas.
Los padres y tutores tienen un papel relevante en la prevención del cáncer de piel ya que es fundamental no solo proteger a los niños sino además educarles en hábitos de protección solar para ellos mismos puedan ponerlo en práctica a lo largo de su vida. Para lograrlo habría que tener en cuenta tres acciones clave: Indicar cómo protegerse y por qué Estar pendientes de que no se reduzcan las medidas con el tiempo . Que los adultos que rodean a los niños y jóvenes también pongan en práctica todas las medidas de protección necesarias, evitando transmitir que el tono bronceado es un signo de belleza.