La científica asiática ha concedido una entrevista a 'El Mundo', en la que ha afirmado con rotundidad que "el virus no procede de la naturaleza ni salió del mercado de Wuhan".
Li-Meng Yan sostiene que el Gobierno chino sabía del peligro que suponía el SARS-CoV-2 antes incluso de informar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) del brote, en concreto, el pasado 31 de diciembre.
La experta afirma que comenzó a investigar el virus ese mismo mes en Hong Kong. Allí, contactó con un científico del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades del país, que sería quien le puso en alerta: "Me avanzó que en Wuhan sabían ya que era un nuevo virus SARS y que incluso habían secuenciado su genoma completo".
Yan consultó con otros colegas de profesión, quienes "no entendían lo que estaba sucediendo en Wuhan y que China no estaba compartiendo la suficiente información para comprenderlo".
"Era evidente que Pekín estaba tratando de encubrir la enfermedad"
La viróloga tuvo que huir del país y ahora trabaja en la preparación de "un informe en base a pruebas médicas sólidas para proporcionar la verdad sobre la enfermedad y sus orígenes", aunque adelanta que "el mercado de Wuhan no es el origen del brote ni un animal salvaje el huésped intermedio. La Covid-19 no procede de la naturaleza. El mercado sólo es una cabeza de turco".
"El Gobierno chino retrasó deliberadamente la información del virus. Durante semanas, negó que hubiera personal médico infectado mientras pacientes con síntomas permanecían en zonas comunes de los hospitales sin aislamiento y sin equipos de protección individual", apunta, a la vez que asegura tener "los registros de las conversaciones" que mantuvo y que incluso ya "han sido comprobadas ya por el FBI".
Tal y como informa al medio español, le mostró sus hallazgos al Leo Poon, un contratista de la OMS quien le pidió ocultar su investigación: "Él me pidió que tuviera cuidado. Que no tocara la línea roja, es decir, que no fuera contra los procedimientos del Gobierno de China y que no contradijera sus principios. Si no, me metería en problemas y podría 'desaparecer'".
"Mi marido, que trabaja en el mismo laboratorio, descubrió que estaba proporcionando información al exterior. Traté de convencerle de huir juntos pero no quiso. Entonces supe que tenía que irme de Hong Kong. Al llegar a EEUU, llamé a mis padres y me dijeron que la Policía había visitado la casa familiar en la ciudad de Qingdao. Unos agentes también inspeccionaron mi apartamento en Hong Kong", concluye.