Mascarillas bien ajustadas, actividades al aire libre y ventilación en interiores son las medidas eficaces frente a la COVID-19 pero, en este tiempo, también hemos podido comprobar cómo los bulos desataban todo tipo de teorías que llevaban a la población a no hacer las cosas como se debía...
Los aerosoles son la principal vía de contagio de la COVID-19, por lo que algunas de las medidas restrictivas que se han impuesto a la población para evitar los contagios no son eficaces, mientras que otras medidas siguen siendo factibles y recomendables, como son el uso de mascarillas ajustadas a la cara para que no haya fugas; celebrar las reuniones de trabajo y familiares al aire libre; ventilar los espacios cerrados y, si no es posible, instalar filtros de partículas (por ejemplo, de alta eficiencia HEPA), y evitar limpiadores de aire químicos y electrónicos, según han expuesto los expertos nacionales e internacionales que han participado en el webinar “Verdades y bulos acerca de la evidencia de las medidas sociales de restricción para la contención de la pandemia COVID-19”, celebrado el 9 de junio en la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Ante el cuestionamiento de las medidas sociales de restricción aprobadas frente a la pandemia, desiguales entre países y regiones distintas de un mismo país, como España, es necesario ofrecer información científica sobre su verdadera eficacia.
Respecto a las vías de contagio y medidas para evitarlo como las mascarillas y el distanciamiento social, el Dr. José Luis Jiménez, catedrático de química y ciencias ambientales de la Universidad de Colorado, ha destacado que hace un año la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostenía que el virus del SARS-CoV-2 se transmitía a través de unas gotas pesadas (droplets en inglés), que se expulsan al toser o al hablar y que no quedan flotando en el aire, sino que caen al suelo rápidamente cerca del infectado. Recientemente, tanto la OMS como los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades), de Estados Unidos, han reconocido lo contrario, que los aerosoles -partículas que se exhalan, muy pequeñas, y que quedan suspendidas en el aire - son la principal vía de contagio de la COVID-19 y que las gotas pesadas no lo son. “Este ha sido uno de los errores más graves de la salud pública porque han dicho que no pasaba casi lo único que pasa”, ha destacado el Dr. Jiménez, quien subraya: “La infección por aire es casi lo único importante”.
Ante la nueva evidencia que considera que los aerosoles son la vía principal de contagio de la COVID-19, la medida recomendada de 1-2 metros de distancia social funciona, pero no porque al alejarse de una persona portadora del virus, las gotas pesadas caigan al suelo, sino sobre todo porque se deja de respirar el aire que esa persona exhala. Esta vía de contagio es la misma para la COVID-19 y es importante para muchos otros virus respiratorio como el de la gripe.
También “es más fácil contagiarse en interiores que en exteriores. Esta ha sido una pandemia de interiores”. En el exterior, las personas se pueden contagiar de aquella con la que hablan cerca, pero los casos de superpropagación, se han producido sólo en interiores. En cambio, el riesgo de contagiarse con partículas contaminadas presentes en las superficies (fómites) es muy bajo, de 1 caso por 10.000.
Ante estas nuevas evidencias científicas: las mamparas laterales no son útiles, solo lo son en una situación de cajero; la ciudadanía debe dejar de malgastar dinero en comprar productos para limpiar las superficies o desinfectar la compra del supermercado, salvo en lugares como los hospitales, donde se debe continuar la desinfección de pomos e interruptores; las manos se deben lavar con frecuencia, pero no de modo específico frente a la COVID-19, sino como una medida preventiva frente a todos los patógenos.
Las reuniones de trabajo y de familia se deben celebrar al aire libre. Se ha demostrado que hablar fuerte y hablar más aumenta la transmisión de la COVID-19, por lo que se recomienda hablar menos o más bajo y no hablar en el transporte público. En las casas, bares y restaurantes son lugares donde se tiende a hablar y se han constatado casos de superpropagación que no han ocurrido en lugares donde las personas no hablan.
En cuanto a las mascarillas, señala que son un filtro frente a los aerosoles, pero puntualiza que “este filtro debe ser de buena calidad y ajustarse bien para que no haya fugas”. Las mascarillas N95 y FFP2 son filtros de calidad y permiten respirar bien, pero no siempre se apoyan y sellan bien en la cara. “Son una reliquia”, ha dicho coloquialmente y avanza que la próxima generación de mascarillas será la de “las semimáscaras elastoméricas que conectan a una pieza de silicona que se aprieta muy bien y no hay fugas”.
Hay que destacar que se debe limpiar el aire de los interiores. Para ello, se deben abrir las ventanas continuamente para ventilar y, si no es posible ventilar, se deben instalar filtros para limpiar el aire en espacios cerrados, así como medir el CO2 en interiores. En cuanto a otros sistemas que se están ofreciendo para mantener el aire en condiciones, nunca se debe recurrir a la química (ozono, iones, hidróxilos, etcétera) porque puede provocar reacciones químicas con las personas presentes y con los contaminantes del aire interior, produciendo sustancias más peligrosas. Se están vendiendo como limpiadores de aire productos de dudosa eficacia contra el virus y que pueden tener efectos negativos sobre la salud. “La mitad del mercado de limpiadores de aire es fraude.”
Ventilación de interiores
“La transmisión de la COVID-19 ocurre habitualmente en espacios cerrados y hay evidencia suficiente para afirmar que la ventilación y el movimiento del aire juegan un papel en la transmisión de las enfermedades infecciosas”.
Para evitar esta transmisión de la COVID-19, se debe recurrir a la ventilación de interiores, que puede ser natural, cuando se abren las ventanas; forzada, mediante sistemas mecánicos; o combinada, cuando se utilizan ambos sistemas. El objetivo de estos sistemas es renovar el aire interior con aire exterior, que se expresa en tasa de ventilación de aire por hora (ACH).
Existen cuatro categorías para medir la calidad del aire:
El caudal del aire exterior mínimo sea de 12,5 litros por segundo y ocupante, incluso para establecimientos comerciales, valor que el Reglamento de Instalaciones Térmicas de Edificios atribuye a IDA2”. Esta nueva norma implica que se va a tener que subir la calidad del aire un peldaño, de un IDA 2 a un IDA3, lo que implica aumentar la ventilación de un local y disminuir la ocupación. Los sistemas de ventilación que se empleen para logarlo deben ser acordes al edificiolocal donde se ubiquen, cumplir con las normas e instrucciones técnicas requeridas y tener un correcto mantenimiento.
Actualmente, no hay evidencia suficiente de que la infección por SARS-CoV-2 sea causada por aerosoles infecciosos que se distribuyen por los conductos de los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado (CVAC) y el riesgo de que esto suceda es muy bajo. Estos sistemas filtran bien las gotas grandes con SARS-CoV-2, pero es posible que las gotas pequeñas (aerosoles) se esparzan a través de un CVAC dentro de un edificio y de un sistema autónomo de aire acondicionado, si el aire es recirculado.
Por otra parte, “los sistemas de CVAC pueden tener un papel complementario en la disminución de la transmisión en espacios interiores si se aumenta la tasa de cambio de aire y se aumenta el uso de aire exterior”.
Al respecto, se han publicado estudios que han aportado evidencia científica en dos sentidos: los sistemas de CVAC contribuyen a la propagación del virus y los que han hallado que los CVAC pueden servir como estrategia para el control de la enfermedad. “Si bien no hay datos para especificar y cuantificar los requerimientos de ventilación de edificios, sí se puede afirmar que el aumento de la renovación del aire y el aumento de aire exterior puede contribuir a la disminución de transmisión en espacios interiores”,
Un estudio sobre 318 brotes en 416 lugares encontró que 254 de estos casos se contagiaron en el domicilio; 108 en el transporte; 14 (3,3%) en restaurantes; 7 (1,68%) en centros comerciales; y 7 (1,68%) y lugares de entretenimiento. El resto de casos se contagiaron en una miscelánea de lugares, entre hospitales, habitaciones de hotel, etcétera). Esto supone que, de este total, el 6,6% de todos los brotes ocurrieron en restaurantes, centros comerciales y lugares de entretenimiento, como las salas de espectáculos.
Son factores de riesgo los ambientes cerrados, el hacinamiento y los entornos de alimentación compartido. Además, se debe evitar la recirculación del aire, sin filtros, y el uso de ventiladores. Por último, los fumadores tienen un riesgo elevado de tener una enfermedad COVID-19 más severa. No solo el tabaco convencional es una fuente de contagio, sino también el uso de cigarrillos electrónicos, puesto que hay gestos que pueden facilitar la infección como abrir el paquete, encender el cigarrillo y llevarse la mano a la boca. Además, al fumar y exhalar una gran cantidad de humo, los cigarrillos pueden ser responsables de la transmisión de la enfermedad a otras personas que están a su alrededor; también pueden contraer la infección al prepararse pipas de agua o cachimbas, a sí mismos y a su entorno.
Por eso, las medidas son mantener la distancia social, proteger los lugares cerrados del humo y vapeo de segunda y tercera mano y prohibir fumar y vapear en terrazas o lugares públicos, cuando no pueda mantenerse la distancia de 2 metros y la prohibición absoluta de las cachimbas.