Las especulaciones sobre Ómicron se propagan casi a la misma velocidad que la última variante de preocupación del coronavirus.
Desde que ómicron fue declarada variante de preocupación, el 26 de noviembre de 2021, han surgido una gran cantidad de especulaciones, suposiciones y mitos, lo que dificulta tanto a los ciudadanos como a los gobiernos tomar decisiones. Aquí encontrarás la última información contrastada por la Organización Mundial de la Salud.
Los datos epidemiológicos más recientes muestran que estamos asistiendo a un rápido aumento de la tasa de infección de COVID-19 en todo el mundo.
Desde que ómicron detectó por primera vez hace apenas nueve semanas, se han reportado más de 80 millones de casos, más que en todo 2020.
La OMS ha rastreado los medios de comunicación, las redes sociales y las búsquedas en internet más habituales para abordar algunos de los mitos que rodean a ómicron.
Varios países han demostrado que la gravedad de la infección por ómicron en sus poblaciones ha sido menor en comparación con delta. Sin embargo, estos estudios se han dado, sobre todo, en países con altos índices de vacunación. Es demasiado pronto para saber qué impacto tendrá ómicron en los países con menor índice de vacunación y en los grupos más vulnerables.
Los datos actuales indican que ómicron se propaga más fácilmente que delta. Aunque cause casos de COVID-19 más leves, y un menor porcentaje de enfermos acaben en el hospital. Sin embargo, ante el elevadísimo número de contagios, ese menor porcentaje supone una gran cantidad de hospitalizaciones. Esto hace que los sistemas de salud tengan más dificultades a la hora de tratar a los pacientes tanto con COVID-19 como con otros tipos de enfermedades.
Ómicron no es como un resfriado común y hay más posibilidades de que te lleve al hospital. Personas infectadas con la variante ómicron están siendo hospitalizadas y han muerto como consecuencia de ella. Además, las personas que se contagian con ómicron y se recuperan también corren el riesgo de desarrollar COVID persistente.
Las vacunas siguen protegiendo contra la enfermedad grave y la muerte en casos de COVID causados por ómicron, al igual que ocurre con las otras variantes aún en circulación. Hasta ahora, la tasa comparativamente más baja de hospitalizaciones y muertes se debe en gran parte a que muchas personas ya están vacunadas. La vacunación estimula la respuesta inmunitaria del organismo frente al virus, lo que no sólo nos protege de las variantes actualmente en circulación, sino que también es probable que nos proteja de enfermar gravemente por futuras mutaciones de COVID-19.
La gran mayoría de los hospitalizados en países en los que ómicron se ha convertido en la variante dominante son personas sin vacunar. Si no se toman medidas para interrumpir la transmisión de COVID-19, la variante ómicron se extenderá con una velocidad sin precedentes y, al igual que en la oleada de delta, las personas no vacunadas serán las más afectadas. La principal recomendación de la OMS sigue siendo vacunarse cuando te toque, incluyendo una dosis de refuerzo si te la ofrecen.
Si se ha tenido COVID-19 anteriormente, hay que vacunarse de todos modos, ya que la reinfección por ómicron sigue siendo posible, con el riesgo de enfermar gravemente, transmitir el virus a otras personas o desarrollar COVID persistente. Vacunarse, tanto si se ha tenido COVID-19 como si no, es la mejor manera de protegerse a uno mismo y a los demás de enfermar gravemente y morir.
La eficacia de las vacunas del COVID-19, al igual que la de muchas otras vacunas, como la de la gripe, disminuye con el tiempo, por lo que es importante ponerse la dosis de refuerzo. Así se está más protegido de desarrollar un caso grave de COVID-19. Este consejo es especialmente importante para los grupos de riesgo, como los mayores de 60 años y las personas con problemas de salud prexistentes. El personal sanitario también debe recibir una vacuna de refuerzo debido a su alto riesgo de exposición al virus y al peligro de contagio a las personas vulnerables a las que cuidan.