Salud

La sequedad ocular es uno de los motivos más frecuentes de consulta en oftalmología

Miércoles 01 de agosto de 2018
El síndrome de ojo seco empeora en verano por el uso y abuso de los aires acondicionados al tratarse, entre otras causas, de un factor ambiental que provoca la evaporación de la lágrima del ojo. Se estima que 5 millones de españoles se ve afectado por esta irregularidad que hace que el ojo produzca una cantidad insuficiente de lágrimas.

Alrededor de cinco millones de españoles se ve afectado por una irregularidad que hace que el ojo produzca una cantidad insuficiente de lágrimas. Debido a múltiples factores, la lágrima se evapora muy rápido y no protege al globo ocular como debiera, en un fenómeno que se conoce como síndrome del ojo seco (SOS) y que distintos estudios establecen que sufre el 60% de la población mayor de 45 años y el 80% mayor de 60.

Una molestia muy habitual en esta época estival por el uso de los aires acondicionados al tratarse, entre otras causas, de un factor ambiental que provoca en gran cantidad la evaporación de la lágrima del ojo, según explican los especialistas. Ocurre también cuando nos exponemos a la luz de las pantallas de ordenadores y dispositivos móviles debido a los nuevos estilos de vida cada vez más digitalizados y que obligan a fijar la vista más cerca sin apenas parpadear, lo que hace que la sequedad sea mayor.

Según explica el Dr. Enrique Artiaga, director médico de la unidad de oftalmología (Oftalvist) de HLA Universitario Moncloa “el ojo seco además es una patología más frecuente en mujeres ya que se asocia a los cambios hormonales. Esto sucede con la menopausia al producirse alteraciones en el epitelio de la superficie ocular, así como en las glándulas lagrimales y las de meibomio y, por tanto, sequedad en los ojos”, explica.

La falta crónica de lubricación y humectación del ojo causa, en quienes la sufren, irritación, picor, sequedad, lagrimeo o enrojecimiento. “Al no hidratarse, el ojo tiene problemas, molestias, sensación de sequedad, arenilla, se irrita y esto genera una enfermedad inflamatoria”, apunta.

Hasta la fecha, la aplicación de lágrimas artificiales o geles lipídicos, el calor local o la presión de los párpados eran algunas de las medidas para su tratamiento, aunque insuficientes. Sin embargo, ya existe una tecnología de última generación no quirúrgica diseñada para tratar esta afección ocular. El Dr. Artiaga cuenta que “se trata de un sistema de luz pulsada (IPL) indoloro y no invasivo que nos ayuda a estimular la formación de grasa en las glándulas de meibomio localizadas en nuestros párpados superiores e inferiores tan necesarias para evitar que se evapore la película lagrimal, algo imposible hasta ahora por razones de seguridad”. “Gracias a este equipo, con efecto antiinflamatorio y antimicrobiano, conseguimos hacer más fácil la vida de nuestros pacientes que padecen esta patología tan común”, matiza.

¿En qué consiste el tratamiento?

Sobre las pautas de este tratamiento el especialista recomienda que “debe realizarse en 3 sesiones espaciadas, cada una, en dos semanas y es conveniente repetirlo una o dos veces al año al tratarse el ojo seco de un problema crónico que no tiene cura definitiva a día de hoy. Pese a aplicarse este tratamiento, los habituales como el suministro de lágrimas artificiales, los complementos nutricionales de omega 3 o incluso, en algunos casos, el uso de ciclosporina o corticoides nutricionales no hay que abandonarlos”.

Uno de los principales problemas del síndrome del ojo seco es que se trata de un proceso que afecta a un alto porcentaje de población que todavía está por diagnosticar. Afortunadamente, hoy “existen equipos que analizan la distribución de la lágrima y cómo se evapora, y con esto se valora un tratamiento” efectivo para el paciente, afirma el doctor Enrique Artiaga. Para ello, explican desde Oftalvist que es ideal contar con “técnicas de última generación para el control, prevención y seguimiento exhaustivo y que ofrece la información necesaria para encontrar el tratamiento terapéutico más efectivo”.

Por último, concluye con que “si no ponemos los medios para mejorar el funcionamiento de estas las glándulas encargadas de favorecer la humectación normal de la córnea, tenderán a atrofiarse y a producir una secreción cada vez más espesa, lo que será perjudicial para la superficie ocular y por tanto para nuestra visión”.

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