La variante ómicron del COVID-19 sigue extendiéndose a toda velocidad por Europa y durante la primera semana de enero se notificaron más de siete millones de nuevos casos de coronavirus en esta región, informó este martes la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Viejo Continente.
El director regional de la agencia en Europa, el doctor Hans Henri P. Kluge, calificó la evolución de la variante como “un nuevo maremoto que se extiende de oeste a este”, y que se une a “las oleadas de la variante delta”.
“A fecha de 10 de enero, 26 países informan de que más del 1% de su población contrae COVID-19 cada semana”, destacó Kluge, que indicó que las tasas de mortalidad permanecen estables y que continúan siendo más elevadas en los países con alta incidencia de COVID-19 y con menor aceptación de la vacuna contra la enfermedad.
Añadió que ya se han notificado casos de ómicron en 50 de los 53 países de Europa y Asia central que forman parte de la región y que la variante se impone como dominante en Europa occidental mientras se extiende en los Balcanes.
“A este ritmo, el Instituto de Métrica y Evaluación Sanitaria (IHME) -un centro independiente de investigación sanitaria de la Universidad de Washington- prevé que más del 50% de la población de la región estará infectada por ómicron en las próximas 6 a 8 semanas”, alertó.
Kluge explicó que los datos cotejados en las últimas semanas confirman la alta transmisibilidad de ómicron, “ya que sus mutaciones le permiten adherirse con mayor facilidad a las células humanas, y puede infectar incluso a quienes han sido previamente contagiados o vacunados”.
Este elevado nivel de transmisión ha aumentado las hospitalizaciones por COVID-19, una situación que definió como “un desafío” para los sistemas de salud de muchos países donde la variante se ha propagado a gran velocidad, y destacó que “amenaza con desbordarlos en muchos más”.
Ante la difícil situación que plantea el rápido contagio de ómicron, Kluge lanzó tres mensajes de vital importancia para gestionar el impacto de la variante en los sistemas de salud, las economías y las sociedades.
Se está acabando la oportunidad de actuación inmediata y planificación de contingencias en los países que todavía no se han visto afectados por ómicron.
Por ello, Kluge instó a estos países a:
En los lugares donde ya empezó la oleada de ómicron, la prioridad debe ser evitar y minimizar los daños entre las personas vulnerables y limitar la interrupción de los sistemas sanitarios y de los servicios esenciales.
Mantener las escuelas abiertas tiene importantes beneficios para el bienestar mental, social y educativo de los niños. Las escuelas deberían ser los últimos lugares en cerrar y los primeros en reabrir.
Ante la imposibilidad de mantener abiertas las escuelas por falta de personal, Kluge aconsejó organizar el aprendizaje en línea junto al presencial, para que los niños puedan continuar con su educación cuando no puedan asistir personalmente a clase.
Por su parte, el Grupo Técnico de Asesoramiento de la OMS sobre la composición de la vacuna COVID-19 consideró hoy que la elaboración de las actuales y las futuras inmunizaciones contra el coronavirus deben conseguir “un alto impacto en la prevención de la infección y la transmisión, además de prevenir los casos graves de la enfermedad y la muerte”.
“Hasta que dichas vacunas estén disponibles, y a medida que el virus del SARS-CoV-2 evolucione, puede ser necesaria la actualización de la composición de las actuales vacunas contra el COVID-19, para garantizar que éstas sigan proporcionando los niveles de protección recomendados por la OMS contra la infección y la enfermedad por las variantes de preocupación, incluida ómicron y las futuras variedades”, reza el comunicado emitido por el Grupo.